Páginas

Translator

miércoles, 24 de abril de 2019

Keep calm


La impaciencia va a acabar con nuestras voluntades. El otro día, hablando con Martu, llegamos a la conclusión de que la impaciencia es uno de nuestros mayores males en la actualidad. Lo queremos todo ya, ahora, aquí, al instante. Queremos “que me lo traigan a casa ya, rápido”, “que lo gane todo, ya y, si puede ser, más que nadie”, “que consiga eso ya y con el menor esfuerzo posible”, “que lo recorra rápido y por encima, sabiéndome a haberlo hecho y visto todo”, que “si este/a no quiere, me voy con otro/a porque, total, si no es él/ella, podré acceder a cientos más”… Pero, todo eso que a veces pretendemos, ¿es realmente lo que queremos? 
Da la sensación de que lo que queremos es inconexo con la normalización de actitudes inertes que a veces adoptamos frente a la vida. A veces nuestros actos contradicen eso que nuestro yo interno capta como felicidad. Todos despotricamos de este estilo de tomarse la vida pero todos acabamos contribuyendo en su acrecentamiento e involución. Eso tiene consecuencias en forma de vacíos... vacíos emocionales, existenciales y comunicativos tanto con los demás como con nosotros mismos. Pretendemos de nosotros lo que de nosotros se espera, lo que corresponde o “lo que está en la onda”. Entre otras cosas, probablemente seguimos la corriente de la inmediatez por temor a la invisibilidad en un momento en el que, o estás aquí ahora, o puede que dejes de estar, o lo haces ya al instante, o puede que no vaya a valorarse igual. Tenemos miedo a no ser suficiente porque justamente lo que necesitamos es fuego lento, paciencia (como se suele decir, “la madre de la ciencia”). Al final, la reflexión nos dice que el corazón de las personas no corre al mismo ritmo para el que hemos guiado nuestros pensamientos y actos.
Necesitamos tiempo en el que se nos permita reflexionar sobre nuestras buenas y peores decisiones, para focalizar nuestras ambiciones y apostar por algo o por alguien con argumentos personales que nos alejen de la inercia y le den sentido interno a nuestras decisiones. Necesitamos ir descubriendo qué queremos y detectar, en cualquier caso, lo que no queremos o permitimos. Estamos rodeados de imputs que nos llevan a hacer y a deshacer constantemente, a compartirlo a veces sin siquiera haber detectado el porqué de nuestros actos y a acostumbrarnos a la no calma. Ese ritmo no parece puramente humano, sino uno que permite abastecerse más que nunca en todo pero ahondar en poco o nada, en nadie, ni en nuestras voluntades reales. Pongamos los puntos, las comas y las pausas suficientes a nuestra manera de comunicarnos y de relacionarnos en el mundo... para disfrutarnos profunda y relajadamente, como solemos describir los mejores placeres de la vida.


domingo, 25 de junio de 2017

Hoy no suenan los tambores Sr. Bataka...

Tan apenas he hablado con nadie sobre tu ida, y es que nos has dejado sin palabras. Me sobra silencio para saber que a todos los que te conocíamos se nos ha roto el corazón al recibir la noticia. Una sensación de injusticia y de rabia es en estos momentos la protagonista. Dejas un vacío grande que solo el tiempo va a poder ir llenando con los recuerdos de todo lo compartido cuando seamos capaces de asumir que eso es todo, sin más aunque mucho más esperásemos, que la vida es así y que ahora estamos y que luego quizás no, que en cada despedida que nos decimos que nos veremos pronto, tan solo hacemos suposiciones y que en cada cumpleaños que nos felicitamos, debemos celebrar más los días que dejamos atrás que esperar a hacer en los siguientes

Hace menos de una semana te felicitaba y, seguramente, fue la felicitación más simple que podría haberte hecho. Pero no hicieron falta más de dos frases y cinco emoticonos para quedarnos a gusto y darnos cuenta de que contábamos el uno para el otro. Siempre ha sido así. Siempre nos hemos sentido cómodos y nosotros mismos cuando hemos estado juntos. Creo que siempre conectamos en bondad, en involucración, en interés por conocer, en cariño y hasta en situaciones que no comprendíamos. También conectamos en amor por el rock&roll, por la cerveza, por la percusión, por Fotolog, por "qe me aspen" y los tuyos, por tratar de hacer sentir bien y por Burbáguena. Hoy te aseguro que Burbáguena entera llora tu pérdida, porque eras un tipo excelente y todos lo sabíamos y todos hemos podido comprobarlo

Ahora celebro todas las sonrisas y los abrazos que te daba cada vez que nos veíamos de nuevo por allí. Ya no podremos volver a compartir ni fiestas ni esos tan buenos días previos y tranquilos, ni podrás llevarme a tu casa a enseñarme a cómo tocar la batería como disfrutábamos, ni podré repetirte lo suave que tenías la melena o que el calimocho te dejaba los labios manchados y te delataba. Tampoco volveremos a brindar ni a volver a casa juntos por la cuesta de la panadería, pararnos en la esquina en la que nos separábamos y seguir charlando hasta que te decía que estaba demasiado cansada como para poder evitar bostezarte una vez más.

Va a ser demasiado extraño no verte este verano y no poder compartir ni esas ni otras cosas contigo. Justo estoy intentando mentalizarme. Estoy intentando asimilar el golpe y todo me parece irreal. No paro de darle vueltas a lo importante que es la sensación de despedida en estos casos y esa es la intención con la que te escribo estas líneas. Lo demás quedará en el recuerdo, pero necesitaba "hablarte" una vez más. De aquí en adelante solo nos quedará cuidar de los tuyos en la medida de lo posible y asumir... Así parece que va la vida Sr. Bataka... 

Gracias por todos los momentos compartidos durante años y por hacer que tu presencia siempre sentase bien y que hiciese sentir mejor. Los míos y yo te querremos siempre, amigo.


jueves, 27 de abril de 2017

Mi tiempo me costó

Lo que más me gusta de una persona que ha encontrado en su interior lo que no quiere (más que lo que quiere), qué rumbo desea o qué no está dispuesta a permitir, es la pérdida de temores. Eso no solo la hace más confortable consigo misma, sino más capaz de conseguir satisfacciones a nivel personal. Otro de los factores destacables de alguien que ha dedicado el tiempo necesario a sí mismo, a su identidad y a su camino, es la poca incomodidad que siente ante la soledad. Que, por mucho que no sea su mejor compañera de viaje, pueda encontrar en ella un lado agradable, ya bien sea porque haya tenido que acomodarse a ella en varias ocasiones o porque estar con uno mismo pueda ser temporalmente acogedor o incluso algo necesario.

Una persona con esas características, no solo considero que es alguien más libre, liberado de lastres e independiente, sino que está más preparada que nadie para compartir con otras personas, o con otro alguien, todos esos valores y aprendizajes, de forma sana. Es probablemente más capaz de hacer sentir a gusto a alguien desde una posición más cálida, en la que es uno mismo quien se siente a gusto en primer lugar. Además, una vez nos dedicamos tiempo suficiente para descubrir ciertos nudos internos, es habitual que perdamos egocentrismo y que ofrezcamos una versión más generosa a nuestros intereses, ya bien tengan estos forma de persona, de aficiones o de tiempo de relax. Llegar a ese punto, seguramente significa constar de experiencias buenas y malas, de esas para recordar y de algunas para olvidar, pero experiencias varias y choques a las espaldas. Cuando pasamos de quejarnos a reírnos de ello o de la frustración a la reflexión, algo empieza a activarse y a profundizar en el interior. Aunque parezca un coñazo es, sin duda, lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos. Hay gente que huye de la estabilidad, pero cierta estabilidad mental nos ayuda a ser más fieles a la obtención de lo que deseamos obtener.

Del mismo modo, a la hora de relacionarnos con otras personas (ya no solo con nosotros mismos) o de encontrar a alguien con quien ir compartiendo ese y más logros de ahí en adelante, se tienen las cosas más claras, algo que resulta aliviador. Ya no tiembla tanto la voz ni se camuflan los pensamientos, ni siquiera las emociones. Somos más justos con nosotros mismos, entendiendo que justo lo que merecemos es poder expresar preocupaciones o sentimientos sin miedo a ganar o a perder. Es más, más vale una pérdida a tiempo que una pérdida de tiempo. Y, con todo ello, cabe destacar que, tener las ideas claras no tiene por qué significar tener más filtros, sino tener unos filtros más fuertes que no permitan que se cuele morralla de esa que nunca quisimos y que, sin embargo, quizás alguna vez aceptamos. Se coge o se deja ir sin titubear tanto, porque no hace falta demasiado tiempo para deducir si una experiencia va a sernos más positiva o un quebradero de cabeza innecesario. Y es que siempre fuimos esa persona que algún día llegamos a ser, solo que por el camino pasamos por algunas etapas de confusión y de dispersión, entre el error y el acierto, para aprender a escoger. 

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Els sons, les olors... la il·luminació d'alguna cançó

Els sons, les olors... la iluminació.
Els petits plaers de la vida.
Els més grans moments, millor.

L'entreveure la pujada
quan ja vares baixar sense temor.
El mirar-te als ulls i veure
que deslluernes brillantor.
El somriure quan et brilla
de nostàlgia més que dolor,
d'esperança i de fortuna
i de que afortunats siguem ambdós.
De pensar i de sentir
acabat amb -te,
amb gust de retrobar-nos en un reclam
o en un sol mot.
I que si no tenim res ni ningú,
volguem agafar-nos fort
per si de cas així fos.

De la llum, quan és penombra,
o de quan refà l'ambient a favor.
Aquella que il·lumina
més que l'espai, la pura acció.

Dels sons, els de la pluja al caure
quan llampega i cauen trons.
El de la cançó que embolcalla ment i pit
que entra i remena i dona peu a creació.
Com ara aquesta.

De les olors, la calma d'olorar la nostra,
que junta sigui tan humana
com sigué en temps d'amor;
els únics temps que romanen i que foren de debó.

Que escoltem encara el que ens hem dit
quan ens hem tingut aprop
que la veritat no és altra
que la de quan ens hem parlat piga a piga, cor enfront.

Que quan em miris ara t'enorgulleixis
dels sons, les olors i les llavors,
que deixar de banda ens són impossibles
i compartir, d'encertador.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Hablar de amor es hablar de algo más vital que vulnerable


Alguien se va, alguien desaparece, alguien se muere…. algo queda vacío y ese hueco nadie más es capaz de llenarlo. Es un vacío que únicamente puede alimentarse creando un nuevo espacio de amor dentro nuestro ser. La alegría, el placer o la satisfacción de un logro son estados bastante limitados dentro del tiempo, instantes pero, ¿no creéis que el amor perdura más durante el tiempo? A veces, siendo más o menos evidente a simple vista, por siempre. Amor vencido jamás se suplanta, a amor vencido se le ponen tiritas de distinto amor. Seguramente por eso todos acabamos necesitando amor (porque todos tenemos pérdidas y vacíos) y son tantas las canciones de amor, o dedicadas a este, que siguen suponiendo un recurso de creación en nuestras vidas, una fuente de inspiración constante y un refugio íntimo en muchos casos.
Y cuando hablo de pérdida de amor, hablo de la pérdida de cualquier forma de amor: llámesele de un ser querido, de un gato, de alguien que no conocías pero la presencia del cual te relajaba, de una parte de alguien a quien conoces y sigue vivo, o simplemente de empatizar con el dolor de alguno de tus seres-amor.
Es el amor la única energía capaz de movernos y de decidir sin necesidad de temer si estamos haciendo bien o mal, porque nunca estará tan mal aunque otros puedan creer que no está adecuadamente bien. Porque cuando algo o alguien es amor para nosotros, supone aquello que nos inspira, que nos motiva y que calma el dolor dentro de esos vacíos y carencias que tenemos... y eso es siempre de vital importancia. De la misma manera, solo cuando nosotros sentimos riqueza de amor en nuestro interior, somos capaces acompañar el duelo de otra persona. Cubrimos ese vacío vislumbrando otro camino distinto al sentimiento de apuñalamiento eterno.
Alguien se va, alguien desaparece, alguien se muere… y debemos asegurarnos de que, hasta entonces, le invitamos a conocer el hueco exacto que ocupaba en nosotros. Que por deprisa o por despacio que corran nuestras elecciones en la vida, todos merecemos saber qué espacios nos pertenecen o nos dedican y en qué espacios siempre podremos correr a protegernos con un abrazo, una palabra bonita, una mirada o varios besos. De la misma forma, todos merecemos comprobar que ese espacio ocupado dentro de nosotros pertenece a algo o a alguien que, lo utilice o ya no, le atribuye sentido.
Pese a lo básico que es el amor en nuestras vidas, a menudo nos acobarda hablar de amor. Y es que, el amor complace tanto como duele, las muestras de amor o distintas formas de expresarlo nos hacen transparentes. Se supone que eso es algo que todos decimos agradecer desvelar en otras personas y, paradójicamente, resulta que nos hace sentir vulnerables en un mundo de locos en el que parece sobrevivir más aquel que se muestra menos y aparenta ser un muro firme que aquel que abre su pecho en canal. Tras esta reflexión, probablemente todos pensamos que es un simple caparazón y que en el fondo solo es fuerte y sobrevive quien recibe amor. Y que, nos sintamos hoy más fuertes o más débiles, todos tenemos vacíos y carencias (y si lo dudáis, volved a leerlo con una canción de Leonard Cohen de fondo).
Por eso, si escogemos siempre dar, no debemos exigir menos que recibir. Y por todo lo que hemos querido y ha dejado un vacío irremplazable en nosotros, solo debemos dejar acceder a aquellos que, consciente o inconscientemente, estén dispuestos a ponerle esa tirita de bienestar mientras van creando su espacio al lado.


* Hoy se lo dedico a Rubén, quien sabe que aun en la distancia tiene un refugio de amor en mí siempre que lo necesite. Y a mis abuelos, a quien seguiré refugiando en la cercanía mientras pueda.