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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Els sons, les olors... la il·luminació d'alguna cançó

Els sons, les olors... la iluminació.
Els petits plaers de la vida.
Els més grans moments, millor.

L'entreveure la pujada
quan ja vares baixar sense temor.
El mirar-te als ulls i veure
que deslluernes brillantor.
El somriure quan et brilla
de nostàlgia més que dolor,
d'esperança i de fortuna
i de que afortunats siguem ambdós.
De pensar i de sentir
acabat amb -te,
amb gust de retrobar-nos en un reclam
o en un sol mot.
I que si no tenim res ni ningú,
volguem agafar-nos fort
per si de cas així fos.

De la llum, quan és penombra,
o de quan refà l'ambient a favor.
Aquella que il·lumina
més que l'espai, la pura acció.

Dels sons, els de la pluja al caure
quan llampega i cauen trons.
El de la cançó que embolcalla ment i pit
que entra i remena i dona peu a creació.
Com ara aquesta.

De les olors, la calma d'olorar la nostra,
que junta sigui tan humana
com sigué en temps d'amor;
els únics temps que romanen i que foren de debó.

Que escoltem encara el que ens hem dit
quan ens hem tingut aprop
que la veritat no és altra
que la de quan ens hem parlat piga a piga, cor enfront.

Que quan em miris ara t'enorgulleixis
dels sons, les olors i les llavors,
que deixar de banda ens són impossibles
i compartir, d'encertador.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Hablar de amor es hablar de algo más vital que vulnerable


Alguien se va, alguien desaparece, alguien se muere…. algo queda vacío y ese hueco nadie más es capaz de llenarlo. Es un vacío que únicamente puede alimentarse creando un nuevo espacio de amor dentro nuestro ser. La alegría, el placer o la satisfacción de un logro son estados bastante limitados dentro del tiempo, instantes pero, ¿no creéis que el amor perdura más durante el tiempo? A veces, siendo más o menos evidente a simple vista, por siempre. Amor vencido jamás se suplanta, a amor vencido se le ponen tiritas de distinto amor. Seguramente por eso todos acabamos necesitando amor (porque todos tenemos pérdidas y vacíos) y son tantas las canciones de amor, o dedicadas a este, que siguen suponiendo un recurso de creación en nuestras vidas, una fuente de inspiración constante y un refugio íntimo en muchos casos.
Y cuando hablo de pérdida de amor, hablo de la pérdida de cualquier forma de amor: llámesele de un ser querido, de un gato, de alguien que no conocías pero la presencia del cual te relajaba, de una parte de alguien a quien conoces y sigue vivo, o simplemente de empatizar con el dolor de alguno de tus seres-amor.
Es el amor la única energía capaz de movernos y de decidir sin necesidad de temer si estamos haciendo bien o mal, porque nunca estará tan mal aunque otros puedan creer que no está adecuadamente bien. Porque cuando algo o alguien es amor para nosotros, supone aquello que nos inspira, que nos motiva y que calma el dolor dentro de esos vacíos y carencias que tenemos... y eso es siempre de vital importancia. De la misma manera, solo cuando nosotros sentimos riqueza de amor en nuestro interior, somos capaces acompañar el duelo de otra persona. Cubrimos ese vacío vislumbrando otro camino distinto al sentimiento de apuñalamiento eterno.
Alguien se va, alguien desaparece, alguien se muere… y debemos asegurarnos de que, hasta entonces, le invitamos a conocer el hueco exacto que ocupaba en nosotros. Que por deprisa o por despacio que corran nuestras elecciones en la vida, todos merecemos saber qué espacios nos pertenecen o nos dedican y en qué espacios siempre podremos correr a protegernos con un abrazo, una palabra bonita, una mirada o varios besos. De la misma forma, todos merecemos comprobar que ese espacio ocupado dentro de nosotros pertenece a algo o a alguien que, lo utilice o ya no, le atribuye sentido.
Pese a lo básico que es el amor en nuestras vidas, a menudo nos acobarda hablar de amor. Y es que, el amor complace tanto como duele, las muestras de amor o distintas formas de expresarlo nos hacen transparentes. Se supone que eso es algo que todos decimos agradecer desvelar en otras personas y, paradójicamente, resulta que nos hace sentir vulnerables en un mundo de locos en el que parece sobrevivir más aquel que se muestra menos y aparenta ser un muro firme que aquel que abre su pecho en canal. Tras esta reflexión, probablemente todos pensamos que es un simple caparazón y que en el fondo solo es fuerte y sobrevive quien recibe amor. Y que, nos sintamos hoy más fuertes o más débiles, todos tenemos vacíos y carencias (y si lo dudáis, volved a leerlo con una canción de Leonard Cohen de fondo).
Por eso, si escogemos siempre dar, no debemos exigir menos que recibir. Y por todo lo que hemos querido y ha dejado un vacío irremplazable en nosotros, solo debemos dejar acceder a aquellos que, consciente o inconscientemente, estén dispuestos a ponerle esa tirita de bienestar mientras van creando su espacio al lado.


* Hoy se lo dedico a Rubén, quien sabe que aun en la distancia tiene un refugio de amor en mí siempre que lo necesite. Y a mis abuelos, a quien seguiré refugiando en la cercanía mientras pueda.

jueves, 29 de septiembre de 2016

¿Empederneces o enriqueces?

La gente se mueve por dinero pero al mundo lo mueve el amor. Es la conclusión a la que vuelvo a llegar de nuevo cuando escucho la noticia de que un multimillonario se ha deshecho de casi todo lo que tenía excepto de cuatro cosas imprescindibles y otras cuatro con peso emocional. Hoy, a eso se le llama noticia, pero no se trata de un caso aislado. El protagonista hablaba de un momento en el que se había visto desbordado por tanto que había decidido dejarlo todo por ese poco que le compensaba. Es a partir de entonces cuando asegura que empezó a destinar tiempo a cosas mucho más interesantes, empezando por él, lo que principalmente había perdido pese a todo lo material e irreal que había ganado hasta aquel momento.

Y ¿qué es lo que puede llevar a alguien aparentemente poderoso a desprenderse de todo lo que le hace serlo? Seguramente ese poder es más aparente que merecido o entregado que adquirido. Supongo que, para él, deshacerse de todo podía equipararse a cuando, los no tan adinerados, hacemos limpieza de habitación a fondo, pero en este caso a lo bestia. Creo que, cualquier tipo de orden o de limpieza de este tipo, simboliza una barrida de energías negativas: luego nos hacen sentir más tranquilos y mejor. Entonces, cuando decimos que "es que ya tocaba hacer limpieza", en realidad es probable que a ninguna otra persona ni al mundo en si le hiciese falta deshacerse de nada o poner en orden trastos, sino a nosotros mismos como forma de reformular nuestro caos. Se empieza por analizar y reubicar lo de fuera, par acabar accediendo a lo de dentro.

Por poderoso que sea el dinero o todo lo material y, por lo tentadora que pueda ser una vida acomodada, para la gente de economía humilde, y cómoda, para las personas con batsantes ceros en la cuenta, buscamos sentir. Queremos esa emoción impagable que nos haga sentir ricos de verdad, en bienestar, alegría y calma. Así que puede que la gente se mueva por dinero por motivos de supervivencia, de inseguridad o de pura ambición, pero en ese momento de inflexión (que a todos acaba llegándonos en un momento dado), uno busca lo natural, los impulsos y ese mundo interno que necesitamos y que nos involucra, no tanto lo artificial y ese mundo externo que tan solo nos habla y trata de conducirnos. Buscamos la naturaleza, el silencio, el yo conmigo y el todo entre algunos abrazos, por encima de cualquier cosa. Al final, en nuestros momentos más quebradizos (pero más sensatos quizás), buscamos tomar decisiones y poner orden como si nuestro corazón (o nuestra habitación como metáfora) fuese la suite privada de todas las habitaciones... vaciándola de lo decepcionante y llenándola de un auténtico contenido rico y reconfortante: el cariño y el quererse.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Ser maestro: aprender enseñando

Empieza un nuevo curso, ciertos nervios recorriendo la barriga y preparativos hasta última hora. Nunca esa previa es suficiente porque, cómo no, vienen ellos y te sorprenden, o porque llegan ellos y, de repente, cambian el rumbo de cualquiera de tus intenciones con sus inquietudes. Ellos son los alumnos, nosotros sus maestros. Ellos nuestra motivación y nosotros una referencia que intenta guiarles: un intenso tándem. Y es que hasta para la improvisación hay que estar preparados en este caso, guiándoles a su paso y dejándonos, a la vez, empapar por sus intereses... posibilitando un equilibrio que nos permita aprender mientras enseñamos y enseñar a aprender. De buenas a primeras, cuando menos te lo esperas, te toca a ti ser el aprendiz, independientemente de la edad de quien te enseña. Y eso es ser afortunado, porque hay valores que aleccionan más y que son más sabios que los propios conocimientos y hay experiencias que no las marcan los años sino la suerte en la vida.

La escuela, no son las clases, los lapiceros o las pizarras, sino las personas, mentes y emociones que conviven en ella y que esperan crecer compartiendo. No existe una fórmula perfecta para el curso, pero sí que hay ingredientes como el respeto, la empatía, la normalización de las diferencias o el interés, que favorecen el bienestar... y el bienestar ya se encarga de que todo lo demás venga solo. En esa tesitura, ser buen maestro, o al menos intentar ofrecer tu mejor versión, no creo que tenga una definición exacta, lo que sí que sé es que enorgullece y apasiona y, sobre todo, regenera mucho amor. Con paciencia, intuición y credulidad por lo que apuesta, un maestro debería tener siempre preparada una actividad o una explicación, pero también un abrazo o una frase con fuerza. Debería saber hablar y transmitir, pero también escuchar y reflexionar.

Ser maestro es trabajar duro sobre papel, pero más aun en la mente. Como si de un juego estratégico se tratase, debe intentar hacer tantas planificaciones como alumnos tiene, tanto a nivel académico como emocional, mirando por el éxito individual y el de grupo. A la hora de la verdad, todo eso es más trabajoso que sencillo, pero también más emocionante y gratificante que cansado. Compensa y recompensa. Dicho lo dicho, ser maestro no es solo un trabajo, sino que se convierte en un estilo de vida (y bien lo saben los que viven el día a día al lado de un maestro). Desconectar del trabajo no es del todo posible porque constantemente trata de empaparse de ideas. Forma parte de una ilusión constante y contagiosa. Pero para el maestro eso no es un sacrificio, es una razón con suficiente peso por la que invertir ganas. Se lidian muchas batallas pero, a la vez, tantas satisfacciones que vale demasiado la pena involucrarse en cada preocupación que nace  o en cada oportunidad que surge.

En muchos casos, la de maestro es una profesión que supone la responsabilidad de ser una de las personas que más tiempo comparte con otra personita que está llena de intrigas, de ambiciones y de deseos... de una personita que se muestra dispuesta a recibir influencias que le inspiren para llegar a saber aprovechar todo lo que le espera, de la que piense que puede ser su mejor manera. Por eso el maestro debe de ser alguien generoso que mire más allá del propio interés o deseo, siendo capaz de centrar la atención y estirar el hilo desde los de sus alumnos: ofreciendo opciones y anunciando posibles consecuencias, pero dejando escoger, acertar o equivocar-se para aprender también de ello. Dejar llegar a ser es favorecer que cada uno pueda identificarse a si mismo y que confíe en que su aportación puede ser tan válida y útil como la del resto. Eso sirve para todos.

La escuela, en muchos casos (en los mejores casos) es una pequeña familia con un gran corazón: uno que late al ritmo de la complicidad entre los que la forman y que respira con la confianza de los que la rodean... tan vital lo uno como lo otro. Por eso, hablando de necesidades, es primordial que tanto el maestro como el alumno amen la escuela y crean en ella, pero no menos que lo que las familias, las instituciones o el resto de la sociedad lo hagan y así lo transmitan. Directa o indirectamente, la escuela es de todos, en la escuela deberían poder caber todos y la escuela necesita compartir con todos lo que en ella se crea. Necesita recibir inspiración que le haga evolucionar siempre a más e inspirar una mirada del mundo desde la realidad de los que ocuparán un día nuestro lugar, ¿no creéis que es una buena inversión de energía y experiencia?

Adoro ser maestra y, aun siendo joven, espero seguir emocionándome por ello siempre. Espero sufrir esos nervios a contrarreloj cada inicio de curso, apenarme un poco en su final y tomarme cada día y a cada alumno como un reto por el que querer mejorar y esforzarme. Espero trabajar con cada compañero para ofrecer, con respeto y admiración, nuestro lado más humano. Espero que nuestro lazo de unión siga siendo la ilusión de ofrecer tanto y tan bueno como podamos porque nuestra causa siga teniendo tanto sentido como hasta ahora. Y espero, sobre todo, seguir sintiéndome tan rica en cariño, en valores y en motivación cada vez que salgo de la escuela... que, en ese momento en el que reflexiono sobre la jornada, pueda seguir confiando en mí y concluir que todo vale la pena, con una sonrisa grapada en la cara.

martes, 23 de agosto de 2016

Gran pueblano 2.16

El mío se llama Burbáguena pero, aunque en realidad no sea mío, todo el mundo dice que es suyo porque así lo siente. Se siente como algo propio, que o es que sea propiedad, sino algo que forma parte de ti y que te viene formando desde hace años: tu pueblo. Quizás no sea el más bonito pero sí al que más encanto encuentras. El mío es pequeño, el típico pueblo que recorres en diez minutos y en el que dices "Hola", "Hasta luego" o "Adiós" al cruzarte con alguien; un pueblo en el que si preguntas "Majo, ¿y tú de quién eres?", puedes acabar descubriendo que sea primo tuyo lejano: tataranieto del hermano de tu tatarabuela pero primo, ahí es nada.

Ir al pueblo es emocionante: la gente de siempre pero a la que raramente ves si no te acercas allí, los resúmenes de sus últimas andadas en dos segundos y la predisposición para vivir una especie de vida paralela en cuestión de un puente, de un fin de año, de una Semana Santa, de un verano o de unas fiestas. Y hablo de gente y de vida, porque es lo que, sobre todos los paisajes, quintos y bailes, el pueblo te da.

Ir al pueblo es intenso: Una semana se vive con la intensidad de quien comparte un mes entero y, varios veranos, con la de toda una vida. El pueblo es una especie de Gran Hermano donde cada relación, discusión, actuación, romance o emoción puede llevarse hasta límites insospechables (y hay que darse por afortunado si no deja secuela en forma de mote, de cotilleo o de huella de identidad). Hay que ir al pueblo con el cuidado con el que normalmente no se va porque, al final, su nostalgia y su forma de hacerte desconectar provocan que te dejes llevar.

Ir al pueblo es incondicional: A veces te balanceas entre lo bueno y lo malo que te ofrece, entre el amor y el dolor que te ha supuesto o entre pensamientos de veranos alternativos frente a la costumbre irresistible del factor sorpresa, el que te ofrece seguir llenando de anécdotas el baúl de los recuerdos. Hay épocas en las que te alejas de él y otras en que lo necesitas, veces en las que es por su soledad y otras en las que, irremediablemente, son sus recuerdos y su compañía los que te mueven.

Y así ha sucedido un verano más... que pese a alguna controversia, la llamada del pueblo ha surgido y la de su gente ha calado. Y es que... "Ai mamá, qué será lo que tiene el pueblo".


PD: ¡Gracias por estos días Gaxupos! (¡Y a los que ya sabéis! -así evito escribir nombres y dejarme a alguien- :) ). Mención especial a la noche mojitera en la mejor compañía posible, donde se dio el punto de inflexión definitivo. Ahora, ¡a por el reto Comisión 2017!

jueves, 16 de junio de 2016

Lo que no es real

Dentro de nuestra realidad (si se puede llamar así) todos tenemos nuestro lado más puro y el que no es real. Nuestra parte real es nuestra esencia, algo así como nuestra base de valores: eso que nos mueve e inquieta y que activa los sentimientos. Lo que no es real (aunque a veces lo vivamos como tal) es esa misma esencia alterada y negativizada por factores externos: eso que hace que mostremos nuestra peor versión.

Me explico. Está claro que a todos nos influye una mala temporada, una mala noticia, un sueño truncado, un amor herido o una ilusión frustrada. Y aun podemos simplificarlo más: A todos nos influyen sensaciones corrientes como la presión, la impotencia, el estrés, el agobio, la impaciencia, el cansancio, un mero día desafortunado... Todo ello hace que nos cambie el humor; nos sentimos enfadados o desanimados, descontentos. Cualquier "sí" y cualquier "no" pueden convertirse en su contrario solo por llevar la contraria. Cualquier emoción se vuelve extremista sin apenas opción a intermedios y cualquiera de ellas es totalmente imprevisible, cambiante, desequilibrada e incluso contradictoria. A la vez, cuanto más mostramos ese humor, menos nos reconocemos y más alimentamos ese incómodo inconformismo. Son épocas (o momentos) en las que necesitamos sentir cerca a aquellos a quienes queremos y recibir cierta atención y comprensión por su parte y, si no es así, nos sentimos (o eso percibimos) tristes, desamparados, super molestos. No es real, son reclamos más que necesidades; un tanto egoístas, más que justas si lo pensamos. Presionamos o esperamos demasiado del resto, priorizando impacientemente nuestro interés.

Todas esas emociones y formas de dirigirnos nos pertenecen, pero no nos hacen sentir identificados. La energía que acumulamos a través de ellas, nos transforma y crea un alter ego desmejorado, ya que en un estado más tranquilo y harmonioso no nos comportaríamos de ese modo. Por eso es importante "perder/ganar tiempo" en reflexionar sobre nosotros mismos e incluso llegar a comunicar nuestro malestar para prevenir antes de tener que curar. Somos los primeros que debemos encontrar el fondo que genera esa actitud para que también el resto pueda entenderlo sin juzgarnos. En ese sentido, mucho mejor ejercer conciencia tratando de ser justos en nuestros impulsos. Van a volver a aparecer en cualquier momento, pero mantener la mente fuerte y llegar a controlar esas reacciones  de antemano, puede mejorarlo. Y sino, siempre nos quedará pedir perdón una vez reviva nuestra esencia. Creo, de hecho, que son las "gracias" y el "perdón" lo que distinguen a las personas´.

(Perdón por desaparecer durante el curso. Gracias a dios porque huela ya a vacaciones.)


martes, 19 de enero de 2016

El cuestionamiento como conocimiento

Este texto empieza en una reunión de maestros, en un centro cualquiera de una ciudad cualquiera, a partir de una reflexión en grupo. Hablemos de conocimientos y de cómo llegar a ellos. Hablemos de que un maestro no es el encargado de crear inteligencia, ya que no es algo que se cree sino que se adquiere. Un maestro es encargado, en todo caso, de guiar el proceso, ya que el verdadero maestro, aunque suene a tópico, es uno mismo, ese que decide con qué quedarse y en qué aplicarlo. Si por algo se caracteriza el conocimiento (igual que el arte) es por estar en constante evolución. Por eso, cualquier afirmación que podamos tener sin cuestionamientos o márgenes de duda, no es conocimiento, sino creencias o experiencias puntuales en todo caso. Por eso mismo es imprescindible mostrar opciones y responder cuestiones, pero dejando escoger, sin eliminar ni infravalorar ninguna idea. Además, una idea, por absurda que parezca siempre tiene un origen y siempre puede desencadenar otra idea más potente.

Cuando algo nos causa interés intentamos investigar sobre ese objeto de estudio, sea ese cual sea, y empezamos a hacer hipótesis sobre él. Una hipótesis no puede hacerse en clave de afirmación. Una hipótesis es una suposición o una sospecha, una teoría que empieza con un “Podría ser que…”, “Yo creo que…”, “Mi hipótesis es que…” y que, si no empieza así, es más bien una creencia bastante asentada que una hipótesis sobre la que nos permitamos descubrir algo. A veces nos asusta que algo nos rompa los esquemas porque, como mínimo, nos hace reflexionar y salir de nuestra zona de confort. Pero algo que en principio nos da pavor puede acabar siéndonos motivo de orgullo. A veces es más conocedor y tiene una aportación más útil y sensata quien asegura desconocer que quien afirma tener la respuesta correcta. Por mucho que tengamos nuestras preferencias, mostrar aceptación sobre la posibilidad de recibir una opinión o respuesta contraria, nos hace más capaces.

Los puntos de vista son relativos. Lo que para mí es largo para ti puede ser corto, lo que para mí es bello para mí puede ser repugnante o, quien para mí puede ser guapo, para ti feo. Está bien basarnos en algo en todo caso. Es decir, para entender nuestra opinión está bien tener en cuenta por qué lo creemos, llegar a detectar qué experiencia o comparación nos hace pensar eso para que podamos ampliar nuestra percepción. Por ejemplo, si para mí tu casa es pequeña y para ti es grande, puede ser que sea porque yo estoy acostumbrada a vivir en palacios que tú considerarías enormes, pero que yo tenga esa perspectiva no debería de ser un inconveniente para que pudiese llegar a verlo desde la tuya. De hecho, sería interesante y conveniente. Para conseguirlo, a veces necesitaremos experimentarlo nosotros también y, otras, nos convenceremos tan solo con posicionarnos al imaginarlo.

El pensamiento multiplicativo se basa en darse cuenta de que una misma cosa o persona puede ser muchas cosas a la vez. Del mismo modo, que cada persona pueda fijar su atención en aspectos distintos a en los que se fije otra no niega, por eso, la existencia de otros igualmente válidos. La clave está en interesarnos en el por qué cada uno tiene opiniones distintas. Eso también supone, como inicio, una fuente de conocimiento. A veces, incluso tenemos que llegar a acuerdos (por ejemplo en un trabajo en equipo, en algún asunto familiar, en un plan conjunto…) y, dar posibilidad a diversas opciones, es signo de riqueza y de un consenso más plural. Creo, pues, que está bien que no veamos el acuerdo como una amenaza a nuestras ideologías, sino como otra opción que puede hacer que descubramos cosas que antes desconocíamos, que no nos planteábamos o que incluso prejuzgábamos. La tolerancia, el respeto y el cuestionamiento son los primeros signos de inteligencia.

viernes, 8 de enero de 2016

Bye bye Fotolog

El peso psicológico que Fotolog tenía para mí era, cuanto menos, importante. Parece poco maduro reconocer eso… seguramente igual de maduro que lo que yo era en aquella época en la que, la polluela (como diría madre), empezaba a descascarar el huevo para salir a la realidad adulta poco a poco.

En aquella época me inicié en esto de Internet. Después de Messenger, Fotolog me pareció una genialidad en la que podía comunicar a partir una de mis aficiones: la fotografía,  una de mis necesidades personales en ese momento: escupir, de alguna manera, todo ese cúmulo de emociones que aprisionaban aquel pecho adolescente y que debían ser expulsadas. Así que me fui aficionando a la escritura como medio de expresión. La mayoría de veces eran emociones e inquietudes que provocaban que hirviese mi interior y me cuestionase muchas cosas. Así fue como, más allá de significar un medio de comunicación con gente, otra manera de conocer amigos que lo utilizaban también con algún fin, o descubrir arte, humor y lo que empezaba a significar la palabra postureo, Fotolog supuso un medio de reflexión personal. En aquella época, me enamoré y hablé de amor, tuve dudas existenciales e intrigas que desquiciaban mi impaciencia, me sentí triste y aprendí a autoanimarme, me aferré a motivos que fui descubriendo que podían alegrarme, jugamos a ser fotógrafos y psicólogos, empecé a definir mi personalidad fijándome y evitando, sobre todo, modelos que no quería seguir y, entre otros y lo más importante, empecé a trabajar mis emociones y a darme cuenta del bien que eso hacía.

Y, desde entonces (una etapa en la que escribía sobre aquello que sentía de una manera más encubierta y con cierta vergüenza) ha habido una evolución en mi forma de expresión de sentimientos, sin tanto miedo, pudor o incomprensión. Eso es aliviador porque creo que simboliza el reflejo de la calma personal a la que, aun inconscientemente en un principio, he podido ir llegando desde aquella época de caos adolescente. Por eso no me canso de repetir que una de las cosas más útiles que cada persona puede hacer por uno mismo y para empatizar más con el resto es interesarse, sobre todo lo demás, por el lado emocional, por los por qués de nuestros malestares, bienestares y sentimientos y por la forma de cómo liberarlos, más allá de simplemente sentirlos. Mantener nuestro lado emocional sano y tranquilo es, en definitiva, gran parte de lo felices que podemos sentirnos.

Ahora, ya hablando en pasado y habiendo explicado lo que significó para mí aquella simple red social, reconozco que venía previéndose su desaparición y que, por la importancia que para mí y para muchos tuvo, quería dedicarle esta entrada. Ahora no podré rescatarla cada cierto tiempo y pasarle el link a alguien para horrorizarnos juntos de aquellas fotos y de aquellos recuerdos mientras nos echamos unas risas, pero sí que mantengo gente fotologuera, recuerdos que nunca mueren y, algo esencial, una copia de todos aquellos textos que guardaré como un tesoro.

domingo, 3 de enero de 2016

Optimismo e ilusión

El otro día encontré por el ordenador un resumen que hice hace tiempo sobre un vídeo de una ponencia que me recomendaron que viese por Internet. La ponencia la daba el economista y profesor Emilio Duró pero, sobre todo, persona. Ese es el fondo del mensaje con el que me gusta quedarme siempre que alguien hace algo espactacular. Todos somos capaces de hacer cosas espectaculares si sentimos de esa manera. A continuación os paso, tal cual lo fui copiando, el resumen de las ideas principales con las que me quedé del vídeo (https://www.youtube.com/watch?v=RCuMd0KPPx8):

Frases
“Hay gente que es feliz por natura.”
“Hay gente que te alegra la vida esté donde esté y hay gente que, esté donde esté, te amarga la vida.”
“Estamos haciendo un mundo en el que tú le dices a alguien “Soy feliz” y ese alguien te dice que no eres racional.”
“El cerebro no ve nada más de lo que tus emociones quieren.”
“El amor se va, pero ella se queda.”
“El cerebro aprende por dolor.  Estamos preparados para sobrevivir.” (Ejemplo: Te pica una avispa y te acuerdas de eso, no de todas las demás que no te han picado).
“Los niños, ¿qué buscan para sobrevivir? Amor. Y la gente de cierta edad, ¿qué hace? Lo mismo, amor. Nacemos para buscar amor y morimos buscando amor.”
“El problema que tenemos ahora mismo es la falta de pasión.”
“El primer problema que tiene la gente es la negación de la realidad.”
“El 99% de cosas que preocupan a la gente no pasarán ni han pasado nunca. La felicidad nunca viene de conseguir algo, sino de tener algo por lo que levantarse todas las mañanas.”
“Cualquier persona que tiene un por qué vivir tiene un cómo. Las personas que no tienen un por qué vivir no tiene un cómo.”
“Si tú no eres feliz, no puedes tener una familia feliz.”
“Tu mente atrae a eso en lo que piensas. Vigilad en lo que pensáis.”
“Si piensas en que todo va a ir fatal, el único que lo sufres eres tú. Si piensas en que va a ir bien, eso que te llevas. Da igual que sea verdad o no, existe la automotivación, que no es ninguna tontería.”
“Para mí la gente estupenda es la que tiene la capacidad de hacerte sentir bien/importante.”
“Solo os cansará aquello que no disfrutéis, a lo que no le pongáis pasión, lo que no os llene. Solo haced cosas que os apasionen.”

3 tipos de cerebros:
“1- Cerebro reptiliano: Lo que tiene que ver con sobrevivir. Tiene que ver con el 80% de lo que hacemos. Hace lo imposible para que me vaya a la cama. La mayoría de las enfermedades las crea el cerebro reptiliano para que cambies la vida. Puede controlarlo más que un estrés. La enfermedad es el efecto, no la causa. Tienes que llevar una vida que te apasione. “Escuchad a vuestro cuerpo”. La gente feliz con lo que hace rinde más. El optimismo es la característica principal de la vida.
2- Cerebro límbico: Se encarga de los puntos del corazón que la razón no entiende. Se encarga de los sentimientos/las emociones. (es donde están las ganas, el entusiasmo, la ilusión…). El ser alegre no es un conocimiento, es una actitud. Ser trabajador, comunicador, responsable… también. El 80% de tu éxito en la vida viene de tu forma de ver la vida y, menos del 10%, de tus conocimientos. Bailad, cantad, poneros guapos cada día, etc.: mantened La Ilusión.
3- Cortex: El racional. Solo sirve para justificar lo que se siente. Luego, nadie es racional, se utiliza solo para eso. La realidad no existe, la realidad la crea tu mente.”

"Para conseguir un éxito personal hace falta:
1- Ser realista
2- Buscar lo que quieres. Qué te gustaría hacer.  (El 85% de la gente no sale nunca a buscar nada. “Aparecerá en mi vida cuando menos lo espere” “Para cada tren hay una estación”… ¡y una porra!)
3- Decir “¿Cómo quiero que vaya?”, y hacer las cosas distintas a como sueles hacerlas si hasta ahora no lo habías conseguido.
4- Saber en qué sitio encontrarlo.
5- Copiar el modelo de aquellos que han conseguido éxito. “No innovéis, innova el genio. Copiad.”
6- Preocuparnos por mantenernos en varios sentidos:
- El físico (“Hay algo por encima de todo que eres tú. Nadie te va a querer más que tú.”)
- El intelectual. (“Estudiad y leed. A partir de los 12 años empiezas a perder moléculas.”)
- La ilusión y la pasión a la vida. (“Poneros guapos, salid, bailad, etc. Cuando estéis entre la razón y el corazón, seguid siempre a vuestro corazón, no vendáis vuestra vida.”)
- Conciencia espiritual.”

Mensajes-conclusiones:
“1. El destino: Todo lo que ocurre en la vida ocurre porque tiene que ocurrir.
A partir de ahora, cuando tengáis desastres en la vida, pensad en por qué os pasa, porque seguro que al final de la vida todo encajará. En palabras de la física cuántica: Cuando tú miras hacia delante, no ves por qué pasan las cosas pero, cuando miras hacia atrás, todo encaja. Si me hacéis caso seréis felices. Todo aquel al que, cuando le pasa algo malo, piensa en por qué le ha pasado y qué puede aprender, dirige su vida. Toda aquella gente que dice “qué mala suerte tengo”, como es víctima no puede cambiar.
2. Seguid siempre al corazón. Levantadlo, haced cosas que os apasionen.
3. Os vais a morir. Y cuando uno sabe que va a morirse pierde el miedo a todo. Llegaste sin nada y te vas sin nada. Por eso no hay derecho a  que no llevéis una vida pasional. Y como vais a morir pensadlo siempre. Cuando tengáis un problema pensad que vais a morir. Entonces desaparecerán todos los problemas, los miedos y demás. Esa es la mejor idea que me han dado para poder seguir los caminos de mi vida. Pierdes en miedo a ser como a ti te gustaría ser.
4. Seguid fieles a vuestra locura.”