¿Hay siempre que
escoger? Mi respuesta es “no”. Muchas veces se debe hacer, pero no todo son dilemas.
Ya dicen que en la variedad está el gusto, así que los combinados son, a veces,
una buena solución. Puede que la mejor y más sensata. Detesto a aquellos que intentan
poner entre la espada y la pared como salida a cualquier cuestión. Ni blanco
del todo ni del todo el negro.
En este caso quiero
hacer una pequeña reflexión sobre lo que opino de esa clásica pregunta en
estas fechas: “¿Tú eres de La Castanyada o de Halloween?”. Pues de nada y todo a
la vez. ¡Igual que de Papá Noel o los Reyes Magos! De ambos, tonto, de
ambos…¿Para
qué tener que escoger si puedo celebrarlo todo? Buscar incompatibilidades en
asuntos de este tipo, me pone de los nervios. Las tradiciones básicamente
culturales, sin colores ni exclusiones, siempre nos pueden enriquecer mientras
no hagan daño a nadie (entiéndase, como ejemplo personal de daño: “corridas de
toros”). Me parece que, dicho eso, quien critica alguna de ellas demuestra basarse
más en otros cimientos (políticos, de desconocimiento, de rabia contra el mundo y lo que le rodea, etc.) que en la razón de
la celebración en sí.
Si nos quejamos de
mentes cerradas, empecemos haciendo autocrítica y a dejar de plantear dilemas
absurdos o de cuestionarnos qué es mejor y qué peor en base a nuestra simple opinión, ¿no? Al fin y al cabo, si a algo nos invitan las festividades es a celebrar
todo lo celebrable, que es lo que al final nos queda. Así que, a aquellos que se
pregunten de qué o de quién soy yo, les digo que de donde y de quien me quiera, y arreando.