Tengo bastantes cosas que reprochar a aquellas personas que han cogido
por costumbre levantarse con el pie izquierdo y arrastrar esa actitud de forma impasible
y machacante durante las siguientes 24 horas; alimentarla y sentir superioridad
por tratar a los demás, como mínimo, como no merecen. A esas personas secas a
quienes la vida les ha jodido en algún momento (como a todos) y se han
estancado en el inconformismo permanente
y la negativa ante la duda. A aquellos quienes ven pesadez, ridiculez, agobio y
conspiración donde hay buena fe y quienes, con una palabra, consiguen amargar un
dulce a quien se lo está comiendo. Que os jodan. No, que no os jodan porque os
estáis jodiendo. Y si, en un arrebato, no os agarráis a la mano tendida de algún
ser que, en otro arrebato, trate de rescataros con “sus comportamientos
ridículos”, lo siento, pero ya estáis jodidos.
No hay quien se salve de un mal día, un día de perros, incluso de una larga mala época.
Exteriorizamos el malestar y eso se percibe, pero debemos evitar hacerlo con el
mal rollo. Si tu burbuja está intoxicada, deja de agujerearla y permite que te oxigenen.
Los años no vuelven, ¡los días no vuelven! Si te tratan mal, trata como
consideres; si te tratan bien, trata bien. Es simple y probablemente la clave
para salir del bucle en el que te metiste por culpa de comportamientos niñatos.
Ser borde como forma de ser, puede parecer poderoso a corto plazo, sin duda cansado a plazo medio y, a plazo largo, aísla y puede hacer que acabemos todos en el pozo en soledad. La actitud es más de la mitad de nosotros mismos y más de tres cuartos de nuestro magnetismo.
Ser borde como forma de ser, puede parecer poderoso a corto plazo, sin duda cansado a plazo medio y, a plazo largo, aísla y puede hacer que acabemos todos en el pozo en soledad. La actitud es más de la mitad de nosotros mismos y más de tres cuartos de nuestro magnetismo.