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jueves, 29 de enero de 2015

Al carajo las suposiciones

Al carajo las suposiciones. Es algo que aprendí hace ya algún tiempo y una de las mejores medicinas que pueden sanar en el acto. Confabular solo lleva a la desesperación que causa, al fin y al cabo, una fantasía propia. No podemos dar nada por hecho si no se trata de algo que pensamos, sentimos o vivimos en primera persona. Todo lo demás es creado por nuestra imaginación, por nuestros temores o por deducciones que basamos en experiencias pasadas, pero tan solo eso. Cualquier tipo de coincidencia puede ser tan inconsciente como casual. No tenemos el poder de colarnos en mentes ajenas, ni somos adivinos, ni mucho menos futuristas. En ese sentido, nuestra interpretación, muchas veces puede ser nuestro mayor enemigo. Pregunta y entiende mejor, expón y libera.

“No eres culpable de no alcanzar a saber el por qué de una actitud, aparentemente, sin motivos. No te comas mucho más la olla. No vas a resolver nada porque te falta información. Si hay comportamientos que no entiendes, es que hay algo que no sabes y eso se debe, simplemente, a que estás mal informado. Puede aplicarse a todo. Si tienes toda la información, sobre su vida o sobre sus relaciones, puedes llegar a entender el por qué de su comportamiento. Si hay algo que no te cuadra es que hay algo que no sabes.” A raíz de asumir eso, la decisión es tuya. No te esfuerces en intentar descubrir, es inútil y una pérdida de tiempo. Puedes intentar compartir información, abrir tu cajón, pero se trata de un ejercicio de transparencia y proximidad voluntario. No exijas, conquista.

Vive, siente y piensa. Exprésate cuando quieras , en dirección de latido a neurona, y no habrá de qué arrepentirse. Aparta los comportamientos que no van contigo, mantén serena y libre de cargo la conciencia y ganarás en calidad de vida. Hay que estar dispuesto y expuesto a que el mundo explote por donde quiera y que, con él, estallen tantas palabras calladas cuando les apetezca. Preocúpate de que lo que se cuele y cale en tu inconsciente sean tus preocupaciones e ilusiones. Decide pero no te condenes a ir tras el dominio de las decisiones de otros. Siente esa tranquilidad de que no llevas el control de todo. Tómalo o no, pero piensa en lo que necesitas para sentirte a gusto y en calma. Es eso lo primero que una persona debe aportarte para que la importancia atribuida a la causa cobre sentido.

jueves, 22 de enero de 2015

Chicos, no mordemos. ¿O sí?

Hay actitudes de miedo, y nunca mejor dicho. El otro día, en una discoteca, tuve una conversación corta pero interesante y en contexto. No solía ir mucho de discotecas porque se habla poco y se caza mucho, pero la pura diversión como finalidad principal incita a ello de vez en cuando. El caso es que, los chicos discotequeros, ahora también sienten y a veces viven la noche con más sensibilidad que soltura. ¿Por qué? Por temor a nuestros mordiscos. Me explico.

El misterio ya no se plantea tanto en si la chica accederá o no a ser besada al final de todo el ritual de la conquista, sino en cómo puede llegar a responder a lo largo de esa estrategia. Estamos las majas (modestia aparte) que van a divertirse como finalidad principal  y, después, nos encontramos algunas variedades peligrosas. Por un lado está el modelo nº 1: La que accede antes incluso de recibir algún tipo de alago, la que muerde, literalmente, y se tira a la yugular a nada que te descuidas. En un principio, esto podría suponer una facilidad para ellos pero, aunque parezca mentira, a ellos les gusta conquistar y ganarse el trofeo. El otro modelo, el 2, es quizás cada vez más frecuente: El de la arisca. Aquella a la que, tras un piropo responde con un borderío o que rebosa prepotencia tras cada movimiento. Con la cara ligeramente inclinada hacia arriba y seriedad fulminante, aprieta morritos en pose chulesca y mantiene la mirada interesantemente interesada.

Me parece horrible que nos regalen los oídos para conseguir "mandanga", pero igual de feo es el juego de psicología inversa por intentar retener con tu belleza  todo eso que dices detestar, mientras maltratas esas mismas alabanzas con tu carácter. Que la conquista sea como un juego no justifica que todas las formas valgan. Más humor y menos humitos. Sí, nenas, sois las fieras de la pista, por partida doble, pero una decepción para las relaciones humanas. En un contexto heterosexual, si acaban bailando los hombres con los hombres, que no os extrañe.

martes, 13 de enero de 2015

Lista de con-tactos

Esa noche, mientras hablábamos de comunicación y de distancias, T. hizo un comentario de esos que quedan ahí pero que luego recuperas y reflexionas: “Cuantas más facilidades y formas de estar en contacto tenemos, menos parece que nos comunicamos.” No sé si se refería tanto al número de whatsapps, de mensajes o de correos que podemos llegar a escribirnos entre nosotros, como a la calidad o trascendencia de ellos. Sea como sea, en nuestro caso, desde ese día las cervezas compartidas han ido en aumento y las miradas cómplices han dicho bastante más que los emoticonos de corazones.

Cuando T. nos dijo eso me dio por recordar cuando, hace unos años, solo tenía teléfono fijo y correo postal y me las ingeniaba para conseguir que, en una llamada de 15 minutos o en una carta de 4 páginas, aquella otra persona que consideraba importante, me conociese, expresando experiencias, anécdotas, pensamientos o formas de sentir. Me parece genial que ahora tengamos muchos más medios para hacerlo, es una pasada pero, teniendo tantas facilidades, ¿a veces no descuidamos un poco algunas relaciones? Me refiero a que, como “nos tenemos ahí” y “ya te enviaré un whats si necesito algo o ya me dirás algo”, quizás no siempre recordamos lo suficiente que un buen motivo para comunicarnos puede ser el necesitarnos por el simple placer de compartir. De saber yo de ti y tú de mí, de hoy por aquí y mañana a la cara o, hoy en vez de un comentario, un mensaje. Porque me apetece seguir sabiendo quién eres por encima de ser tan “perro”, que es algunas veces el motivo.

Al final tenemos listas de contactos llenas de personas con las que ya ni tenemos contacto, contactos que creemos amigos a los que un día sí que conocimos pero a los que realmente ahora desconocemos y personas con las que querríamos volver a hablar al darnos cuenta de esto. Seguramente, hoy en día el ritmo de vida y la capacidad para conocer gente haga inevitable que acabemos sabiendo de la vida de algunos  a quienes apreciamos a través de redes sociales. Pero, sea con ellas o sin ellas de por medio, saber de la vida de alguien que nos importa o capta nuestro interés, puede que requiera algo más de compromiso que ver cuatro fotos y dar cuatro likes para saber que “estoy ahí” y que “me importas”; sino, lo más interesante de esa vida se nos estará pasando de largo. Se trata de evitar que un “Encantado de conocerte hoy” acabe siendo, en casos que conservaríamos, un “Encantado de desconocerte a partir de este mismo momento.”

miércoles, 7 de enero de 2015

Libertad de expresión

Una de esas cosas que encuentro admirables y cautivadoras en las personas es el saber reírse de uno mismo. Creo que las malas intenciones son condenables, pero también aquellos que buscan excusas para encontrarlas y justificar sus venganzas. Aquellos que son incapaces de hacer autocrítica o que se limitan a ver enemigos sin concebir otras interpretaciones, son probablemente seres cargados de rabia por sus propios complejos y debilidades, por sus propias dudas e impotencias. Los derechos no se tocan y la libertad de expresión debería ser uno de ellos. Tanto como el respeto a la misma, porque solo así podremos hacer respetable la nuestra. No debería confundirse opinión con provocación o humor con burla. Si miráis alrededor en vuestro día a día, ¿no os parece demasiado frecuente ese sentimiento de ataque al que se responde repetidamente con posturas a la defensiva? Qué intranquilidad. Ante diferencias ideológicas, alternativas como la aceptación, girar la cara o demostrar lo contrario, pero basta a las imposiciones, a la manipulación o al "por mis huevos". ¿En qué momento nos da por olvidar sabios consejos como el famoso “Vive y deja vivir”? Jamás será la violencia más poderosa que las palabras, solo más devastadora. La violencia podrá aniquilarlo todo, incluso a la palabra, pero la palabra sin respuesta será totalmente absurda, algo violento en sí mismo, y es con algún tipo de respuesta cuando adquiere valor.