Hombres, hay cosas que las mujeres
no os pedimos que comprendáis, solo que entendáis. Hay cosas de las mujeres que
los hombres no compartís o de las que a veces no pedís haceros partícipes. No es
necesario pero, hay cosas en los hombres que se preocupan por ello, que las
mujeres amamos: el interés por nosotras en lo que nos forma y nos envuelve, y
no solo por un bollito dulce o un rato picantón. Hay cosas nuestras que algunos
hombres insisten en criticar y que, sin embargo, deberían adorar. A veces se
dan cuenta, otras un poco tarde. Existen costumbres femeninas que, miradas con otros
ojos, a todos nos hacen algún bien. Una de esas cosas es la coquetería.
"¿Por qué te maquillas? ¿Por qué el
pintauñas? ¿Por qué luces escote? ¿Por qué llevas tacones? ¿Por qué esa manía
con el pelo? ¿Por qué esas cremas? ¿Por qué te miras tantas veces al espejo?
¿Por qué, por qué y por qué?" ¡Qué pesados! (Y qué pesadas algunas también.) Porque
necesitamos sentirnos guapas. ¡Porque nos gusta sentirnos guapas y femeninas! Cada una dentro de su estilo, pero femeninas, porque también eso marca una huella personal en cada una de nosotras. El
motivo de la coquetería empieza en nosotras y acaba por vosotros. El momento, empieza en el
despertar y acaba al apagar la lámpara de noche para irse a dormir. No vamos a
negar que conlleve cierto sacrificio pero, mientras no llegue a obsesionarnos, no
vamos mal o, incluso, vamos bien. Y es que, que una mujer se preocupe por
arreglarse no tiene por qué ser síntoma de baja autoestima como algunos
apuntan, sino de un mínimo de preocupación por cuidar el aspecto físico.
No veo el problema, más bien al
revés. En la misma línea del típico “Mens sana in corpore sano.”, podríamos
añadir el “Mens bella in corpore bello.”, y supongo que aún lo mejoraría. De hecho, que
los hombres seáis mínimamente presumidos, es algo que puede agradecerse a la
vez. Una mujer mayor hace poco me dio un recital de consejos, atemporales y que
no entienden de edad, acerca de la belleza interna y externa femenina. De cómo
sentirse bien y guapa con una misma e incluso de cómo todo eso repercutía
directamente en conservar la pasión con nuestro hombre. De cómo todo eso que a veces detestan, detestáis, luego puede y suele volveros locos. De cómo la conquista
debe de ser diaria a partir de detalles aparentemente tontos como este. De cómo,
en definitiva, aparte de cuidarnos a nosotras mismas, si existe “ese hombre”, tanto
nos debería de cuidar y complacer él a nosotras como nosotras a él, y este tema entra en el juego.
Por último, si existe "ese hombre", ya que las tenemos, podemos explotar las llamadas “armas de mujer" de las que cada una consta. Por mucho que él reniegue, combinadas con un toque coqueta pueden hacer que se le caiga la baba y que se eleve su orgullo de que seamos nosotras, ella, "su chica, su mujer". Así
que creo que todos salimos beneficiados o, como poco, sanos y salvos, de las
muestras de coquetería de una mujer (siempre que no sean excesivas y rocen la
obsesión como decía antes). Dejando de lado la prepotencia con la que algunas sí llegan a
mostrarse, creo que la coquetería va más allá. Más que el ansia por estar realmente guapa
consiste en intentar sentirse bonita. ¿Hay algo tan dulce como una mujer que se
siente bonita? ¿Quizás que quiera mostrarnos que lo es aún más por dentro? No hace falta ser un bellezón para gustarnos o
para gustar a alguien, pero mi reflexión de hoy es que quizás sea más probable que ocurra si cuidamos a la vez la manera de sentirnos y de mostrarnos.