El calor, el “a la fresca”
y el refrescar… muchos encuentran en el verano un aliciente para salir a
pescar. Todo puede empezar con un baile seguido de una frase ingeniosa. Hay
quienes prefieren frases típicas y probar suerte: “Estoy solo en casa estos
días, ¿te pasas a echar un mojito?” Y mojito, moja. Algunos se sumergen en la
dieta del cucurucho y otros se lo toman como reto personal: “A Dios pongo por
testigo que me lo/la voy a tirar”. Hay que tener cuidado con la fauna, bien autóctona, exótica o
de corral... para llegar a septiembre entero y sin ralladas se debe tener en cuenta lo que se quiere, lo que te dan y lo que se quiere dar.
Los hay que rompen el año
abriendo una brecha en verano… poco de fiar. Y los que escogen el verano para
dar un paso al altar. Los hay también los del polvo infiel, que con la excusa
de “la carne tira”, una despedida de soltero o un festival, ponen el
calentón por delante, el alcohol como excusa y el amor a la baja. Otros tienen
un amor en cada puerto y apuran el tiempo allá donde van. O los que aprovechan
el índice de promiscuidad para dar rienda suelta a deseos, fetiches o al “amor”
experimental. Los hay que echan mano del listado de contactos, amantes fugaces
o solteros que encagen y, a contrarreloj flirtean, quedan, exprimen el tiempo y
se ven cuando cae el sol. También están los infinitos vis a vis o amantes, que de
verano o de todo el año, se hacen bien entre tanto mal de forma eficaz.
Entre cena y revolcón se desata la pasión. Y luego están aquellos que, buscándolo
o no, esperándolo o de imprevisto, no imaginan que ese amor de verano traerá
cola desde que por primera vez fue visto. Y, para al que el amor le resbale
este verano o al que se le escurran sus objetivos, energía y actividad, una
canita al aire, una manita a tiempo o un baño con otras mangueras y a gozar.
Sea como sea y responda a
lo esperado o no, el verano está para divertirse y disfrutarlo sin dejar de
darnos amor. Que en septiembre, cuando ‘no queden días de verano porque el
viento se los llevó’ acabemos cantando el Summertime Sadness con más morriña
que dolor. Nos quedemos o nos vayamos, lo que para unos tres meses es mucho, para
otros más bien poco y, si se fue con el verano, se mantuvo o se quedó… algo
valió. Pónganse los protectores, salgan mucho y laméntense poco porque el
verano está loco.