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lunes, 28 de julio de 2014

Amantes del círculo estival

El calor, el “a la fresca” y el refrescar… muchos encuentran en el verano un aliciente para salir a pescar. Todo puede empezar con un baile seguido de una frase ingeniosa. Hay quienes prefieren frases típicas y probar suerte: “Estoy solo en casa estos días, ¿te pasas a echar un mojito?” Y mojito, moja. Algunos se sumergen en la dieta del cucurucho y otros se lo toman como reto personal: “A Dios pongo por testigo que me lo/la voy a tirar”. Hay que tener cuidado con la fauna, bien autóctona, exótica o de corral... para llegar a septiembre entero y sin ralladas se debe tener en cuenta lo que se quiere, lo que te dan y lo que se quiere dar.
Los hay que rompen el año abriendo una brecha en verano… poco de fiar. Y los que escogen el verano para dar un paso al altar. Los hay también los del polvo infiel, que con la excusa de “la carne tira”, una despedida de soltero o un festival, ponen el calentón por delante, el alcohol como excusa y el amor a la baja. Otros tienen un amor en cada puerto y apuran el tiempo allá donde van. O los que aprovechan el índice de promiscuidad para dar rienda suelta a deseos, fetiches o al “amor” experimental. Los hay que echan mano del listado de contactos, amantes fugaces o solteros que encagen y, a contrarreloj flirtean, quedan, exprimen el tiempo y se ven cuando cae el sol. También están los infinitos vis a vis o amantes, que de verano o de todo el año, se hacen bien entre tanto mal de forma eficaz. Entre cena y revolcón se desata la pasión. Y luego están aquellos que, buscándolo o no, esperándolo o de imprevisto, no imaginan que ese amor de verano traerá cola desde que por primera vez fue visto. Y, para al que el amor le resbale este verano o al que se le escurran sus objetivos, energía y actividad, una canita al aire, una manita a tiempo o un baño con otras mangueras y a gozar.
Sea como sea y responda a lo esperado o no, el verano está para divertirse y disfrutarlo sin dejar de darnos amor. Que en septiembre, cuando ‘no queden días de verano porque el viento se los llevó’ acabemos cantando el Summertime Sadness con más morriña que dolor. Nos quedemos o nos vayamos, lo que para unos tres meses es mucho, para otros más bien poco y, si se fue con el verano, se mantuvo o se quedó… algo valió. Pónganse los protectores, salgan mucho y laméntense poco porque el verano está loco. 

viernes, 25 de julio de 2014

Palabras a un click

El mundo a través de una pantalla, palabras a un click y más almas solitarias que nunca. Algo estamos haciendo mal o no tan bien, seres solitarios. El rodearnos de tanta gente y de tanta información tiene consecuencias a las que hemos acabado acostumbrándonos y que pueden influir en nuestra personalidad pero, especialmente, en nuestra afectividad.
El “postureo” es la palabra que engloba gran parte de esas consecuencias y el “egocentrismo”, otras tantas. Porque, a veces, la grandeza y todopoderosidad con la que se intenta inflar una vida es inversamente proporcional a la que una persona acaba sintiendo por sí misma. Con esas formas, comúnmente aparecen problemas de autoestima añadidos, por si nos parecían pocos los que ya teníamos. Sin mucho éxito, la desconfianza marca las pautas del individualismo compulsivo que perseguimos para evitar que el mundo nos afecte demasiado. Aquello que más nos afecta es lo primero que acabamos ocultando entre cuatro paredes, tras una bonita canción o en una conversación de chat casual que no siempre pone tanta atención como requiere. A veces, somos tan espontáneos y confiados para relacionarnos a partir de un teclado, como herméticos para mostrar algunas emociones cuerpo a cuerpo. No dejamos que la compañía nos demuestre que tiene, en nuestra vida, fines tan importantes como los de la soledad.
Sin embargo, cuando finalmente hay alguien dispuesto a romper barreras, e ir más allá de una pantalla quedando en persona, cada vez nos cuesta menos cagarla. ¿Por qué digo esto? Porque cada vez se hacen más comunes las excusas, creyendo que cuelan y colando por fuerza y pena. Porque, en general, tan tonto es quien pone la excusa como listo el receptor para captarla. Obvio que a todos nos ocurre alguna vez, pero me preocupa que sea algo que estemos normalizando y permitiendo tanto en nuestro día a día: Acostumbrarnos a quedarnos sin plan, sobre todo a última hora, por egoísmo o pereza.  Creo que inconscientemente eso hace que desconfiemos más, que esperemos cada vez menos y que nos aislemos. Entre comodidad, desconfianza y faltas de compromiso repentinas, tenemos la decisión, el “sí” y el “no”, al alcance de un simple “click” y a veces permitimos que se mermen algunas relaciones prometedoras. Al final, todos solos en demasiadas ocasiones. Somos la ostia.

viernes, 4 de julio de 2014

Propulsión

Busco sorprenderme. No prever que detrás de esa esquina me esperará ese retroceso siempre dispuesto a joder la marrana. Busco el avance personal, espiritual, pasional y de otras palabras acabadas en “al”. Ese sustancial salto de obstáculos con el que sentirme invencible y salir sola del paso, de nuevo y por mis santas narices. Busco empaparme de cultura y reafirmar mi odio contra una visión unilateral del mundo. Busco compartir y no dar explicaciones, no tener que justificar y rodearme de belleza de la buena. De la buena. Ante la duda, notar cómo me resbala la indecisión y ver claro siempre ese motivo mayor que compensa al lanzarse. Busco enamorarme de iniciativas y decisiones, e incluso de sus consecuencias. Que el mundo explote conmigo o sin mí, pero que, para mí, empiece a hacerlo tras cada uno de mis pasos. Sentirme dispuesta a muchas opciones y restringirme en nada. Sentir cada día, como hoy, que nada acaba pero que todo empieza.