Si hay un sitio en el que muchas veces es positiva la separación por
géneros, ese es el lavabo, en especial el de los locales nocturnos. Más allá de
pensar que si no fuese así podría convertirse (más) en un putiferio, unir el
baño de las chicas al de los chicos sería un delito. Con la supresión del
lavabo de las chicas estaríamos cargándonos un lugar mítico, lleno de misterio
para muchos hombres y “centro de reuniones” para nosotras. Además, creedme
chicos, no siempre os gustaría entrar en él…
Sin duda, hay que buscar un buen lugar donde salir de fiesta porque,
en función de cómo sea el lugar, así será el lavabo y, por tanto, las compañeras
de pis y la clase de comentarios que te rodearán. Pero, en general, hay tres
géneros que nunca faltan sea cuál sea la clase de lavabo, desde el más pijo
hasta el más underground: belleza y complejos, críticas y pasiones.
Apasionante. Si el lavabo de las mujeres hablase, obligarían a poner una chapa en
la puerta alertando “Caution, alto voltaje ahí dentro”. Pese a eso, se trata de
un sitio que une más que separa. Al final, descubres que hay principios o
preocupaciones que casi todas proyectamos y compartimos en un lugar así. Es un
lugar de desfase en petit comité a la vez que de comprensión y reflexión. La
sala de control desde la que se arregla el mundo, o al menos esa noche. Una
especie de confesionario y psicoanalista en el que, a más alcohol de por medio,
más acojonante todo.
Belleza y complejos: Desde ropa hasta kilos de más pasan una
inspección exhaustiva, considerablemente crítica cuando se habla de una misma y
bastante suavizada cuando se consuela a las demás. El fin es que todas salgamos
sintiéndonos preciosas y buenorras defendiendo nuestra feminidad a capa y
espada. Ahí se ven desde tetas hasta fajas y alguna aprovecha unos minutos para
quedarse descalza. Pero, sin lugar a duda, las dos frases estrella son: “Bua,
tía, qué pelos llevo.” y “¿Tienes ralla? ¡Pásamela!” Y entonces el lápiz negro
contornea media docena de ojos en cuestión de segundos.
Críticas: Lo siento, pero aquí no se libra nadie. A todas nos ha
divertido alguna vez criticar la actitud prepotente de algunas, las formas de
ligar de otros, la silicona de la camarera o lo pequeño que es ese lavabo y lo
difícil que es hacer corrillo en su pasillo. Cualquier tontería. La diferencia
entre la que lo hace puntualmente y la asídua es la mirada. Si miras al espejo
y encuentras unos ojos penetrando en ti de esos que si la mirada matase serías
mujer muerta, estás pasando por el filtro de crítica de una asídua, de lo más
imbécil que te puedes echar a la cara. A esa mirada suele contestársele con cara
de asco y, en ese momento, o se aparta la mirada o se declara la guerra.
Pasiones: Absolutamente emocionante la de sentimiento, perrerismo,
ternura o estrategia que llega a concentrarse, resumirse y arreglarse en ese
lugar, con tiempo limitado. A parte, si la noche está tierna, pueden llegar a
haber hasta lágrimas de por medio, sin embargo, si está perra, las mujeres lo
alimentamos más poniéndolo en común, pellizcándonos el culo, tocando alguna
teta o coreografiando bailecitos burlesque frente al espejo. Eso sí, la
recomendación más sabia que puede
hacérsele a una mujer cuando va al lavabo es que en ningún momento, se le pase
lo que se le pase por la cabeza, saque el móvil del bolso. A todas se nos ha
ido la cabeza a través de un mensaje de texto alguna vez.
La meadita en sí, puede ser larga, corta, en compañía, sola, pasando
papel por debajo de la puerta, intercambiando tampax, comparando rajitas,
enseñando tus nuevas braguitas, escuchando el chorrito de la de al lado,
leyendo los escritos de la puerta, escribiendo, cantando, mirando al suelo haciéndolo
de pie o asquerosa e incomprensiblemente hacerlo sentado. Pero el momento más
importante es el del corrillo frente al espejo, donde caen más risas, se toman
más decisiones o se comenta alguna jugada…
Pero a todo esto… “Chicas, ¿a qué habíamos venido al lavabo? Ah, sí,
¡a hacer pipí! Va tía, pues entra rápido que los tíos estarán esperando. Les
decimos que había mucha cola.” Y sí, chicos, en el lavabo de las tías a menudo hay
una cola descomunal y por eso a veces nos colamos al vuestro…. pero descomunal
no es infinita, los siguientes diez minutos hacemos esas cosas de chicas.
Aunque bien pensado, ya os va bien a vosotros también que vayamos juntas al
lavabo y nos tomemos “nuestro ratito” mientras fijáis objetivos o comentáis vuestras
batallitas… El lavabo nos hace un poco distintos.