Páginas

Translator

lunes, 31 de diciembre de 2012

Borrador psicológico y sonreír como respuesta

Hoy alguien me ha sorprendido y eso me ha recordado 2 cosas: que las primeras impresiones no siempre son definitivas y que las personas positivas son las que le dan significado a la palabra "vida".

Quizás otro día desarrollo la idea o quizás lo dejo como borrador. Probablemente. Pero entre otras cosas me ha dicho que respirar es algo que podemos celebrar los que respiramos, poder ver amanecer es algo que infravaloramos pero algo magnífico a la vez, que el aburrimiento es aburrido y por eso hay que elegir hacer divertidas o ponerle ilusión a cada una de las cosas que hacemos. También que compartir es precioso y sano y que lo más importante para ti eres tu y solo tienes una vida para vivir que es la tuya. Nada que no sepamos pero nada que no merezca ser pensado una vez más, y otra. Quizás cada día.

Consciente o inconscientemente, constantemente estamos eligiendo y creando, a partir de eso, nuestra vida. Crear es importante, tanto como elegir. Tenemos que tener claro qué queremos hacer con nuestra vida, a dónde llevarla. Tener cierto orden sobre ella, ni excesivo ni ir improvisando e "ir haciendo", partir de nuestra introspección y compartirlo después con el resto. La vida es larga o corta dependiendo del punto de vista desde dónde se mire, pero nadie sabe si dentro de un rato va a seguir en ella y, mientras tanto, todo lo que podemos llegar a conseguir y a experimentar es alucinante. Hay caminos que podemos escoger y a la vez otros que, por las circunstancias, te vienen dados. No hay excusa para no disfrutar los que eliges. Para los que vienen dados tienes dos opciones: tomártelas bien o mal, ponerles buena cara o mala, disfrutarlas o no. Todo va ligado. Tomárselas de manera positiva o negativa es una actitud. Y la gente negativa es sumamente aburrida y el aburrimiento ya hemos dicho que aburre, carga. Las cosas negativas pueden llegar a abrumarte o puedes decidir que esa maldita mala suerte es simplemente cosa de un momento y que cada día es un nuevo inicio, que hoy es algo parecido al primer día de tu vida aunque lo sea con una premisas y que tú decides qué hacer con él y el ánimo con el que emprenderlo. Muy probablemente, de ese ánimo dependerá el producto final.

Dime, ¿en qué se diferencia un día de otro? Cuando tengas un mal día compáralo con el que tú consideres que fue un buen día. ¿En qué se diferencian? Tienen ambos 24 horas, diferentes espacios en los que actuar, sale el sol, se pone el sol... Se diferencian en tu actitud y eso lo controlas tú. Las emociones se crean a partir de lo que pensamos y no a la inversa. De nuestra forma de tomarnos las cosas o de actuar ante diversas situaciones. El dolor es inevitable y todos tenemos días mejores y peores, pero tenemos que saber analizarnos interiormente, saber solucionar nuestros propios problemas sin esperar a que nadie lo haga por nosotros y aprender de ello a través del juego de los por qués. Y habrá un "por qué" que te rompa los esquemas de alguna manera, he ahí el kit de la cuestión o aquello a cambiar o lo que trabajar de uno mismo. La persona que no es fiel a lo que piensa y siente, por consecuencia es un caos y jamás se encontrará plena. Y la plenitud es lo que nos alimenta la mente, lo que es la herramienta más poderosa de que constamos.

Hoy alguien me ha dicho que, cuando me sonríen, la gente lo único que hace es responderme... responder a mi sonrisa. Y he sonreído como respuesta.

martes, 18 de diciembre de 2012

Dentro de campo


Es tu enésimo primer día en algún sitio y ya no estás nerviosa. Estás contenta por empezar algo nuevo pero, por dentro y hasta que pasan lista por primera vez, algo reza sin pausa y con prisa porque te toque una buena clase, con buena gente y en la que te puedas sentir cómoda, sentir tú. Et voilà! “¡No está mal!” –piensas-. Pasan los días y cada vez lo piensas más, empezando a tener más motivos que primeras impresiones.

Un día, antes de lo previsto, ya te sabes los nombres de todos (“¡qué ama!”). Y llegan las primeras cajetillas de chicles compartidas, algún puñado de apuntes, papeles volando, donaciones de donetes, fotos agarrando y voces que gritan que te apuntes. Las chicas ya no van solas al lavabo y se comparten los primeros gustos, las primeras birras y quedadas en petit comité, decisiones conjuntas, agobios momentáneos, risas varias  y algún que otro abrazo, ¡ai abrazos! Los primeros “zas” por hacer rabiar, las primeras sensaciones, algunas innegables proposiciones, congas en el patio ¡o incluso macro fiesta oficial!

Mucha gente que por primera vez conoces y que, pasada esa primera toma, todo parece conocerse desde hace más. Y es que no es tu primera vez en nada de eso, pero probablemente sí que, como el de tu lado, esperabas con ganas que el primer contacto con esa novedad fuese más o menos así aunque no estuviese solo en tus manos. Y cuando lo es y lo ves, te sientes afortunada y la inercia te dice que te abras y que compartas.

martes, 11 de diciembre de 2012

-10


No son los grados a los que mis pies se sienten ahora, sino los días que quedan para que se cumpla o se desmienta la profecía Maya (o la interpretación más polémica y morbosa de ella): que se acabe el mundo.

No es la primera vez que se anuncia un fin del mundo ni que muchos creen que se trata de manipular y asustar o de hacer de nosotros seres impasibles ante anuncios de catástrofes, pero una vez más no se sabe si será mentira, si será verdad o incluso si se adelantará.

Hacemos la cuenta atrás y nos exponemos como corderitos al 21 de diciembre. Yo no creo, y puede que solo sea una de las mayores campañas de promoción cultural jamás hecha, pero es un día marcado y la gente lo retiene mejor en su cabeza que el día del cumpleaños de su pareja. Unos lo toman de forma angustiosa, otros de forma festiva, a otros quizás les va la vida en ello y otros pasarán más. “¡Qué sea lo que tenga que ser!”, se rumorea. Nadie se moja y es la única alternativa sensata. Creer que tenemos más poder del que realmente tenemos es, una vez más, absurdo y fruto de nuestra imaginación, así que aun más apostar el todo por el todo a la intuición.

Porque lo que está claro es que, intuyamos que es un bulo o que se pueda dar, estamos preparados para aceptar que el mundo puede petar en cualquier momento… que hay cosas aun que se nos escapan y comportamientos nuestros que lo justificarían. Pero que algún ambicioso siga creyendo que puede llegarse a dominar el mundo es, ahora más que nunca, de ilusos (y a la vez un alivio.)

martes, 4 de diciembre de 2012

P'afuera telarañas y tabúes. (La paja, no solo para las alpacas).


¿En qué demonios estaba pensando hasta ahora? Había oído hablar muchas veces sobre esta bomba y Lola incluso me aseguraba que, tras ello, dormía mejor.  A mí siempre me pareció de guarrillas. A duras penas dejaba que la presión de la alcachofa de la ducha me hiciese cosquillas durante 10 segundos seguidos… “¿Es que acaso me estaba gustando demasiado?”- pensaba-, y la apartaba como si hubiese sido obra del diablo en un intento de poseer mi conciencia. “Yo era decente”- me repetía con orgullo-, “una especie en extinción”.

Todo empezó porque me aburría. Bueno, a ver, ¡no eh! Quiero decir que hubo un detonante… pero fue por casualidad. Me había metido en la cama y me estaba colocando bien el pantalón del pijama porque el peso del edredón hacía que, al darme la vuelta, se me girase porque era de terciopelo. Me puse boca abajo y algo estaba rozando esa parte tan… ¿Tan electrizante? (Oh dios, ¡no puedo creer que esté pensando eso siendo hace tres días tabú!) La cosa es que, si apretaba un poco la pelvis contra el colchón, una descarga eléctrica recorría mi cuerpo desde ese punto hasta la cabeza. Me paralizaba. Era entretenido y a la vez excitante. Una sensación nueva, parecido a lo que sentía cuando, en clase, alguna vez me había acercado a la mesa de Ben por el canto izquierdo a pedirle el sacapuntas. Además era gracioso relacionar ese momento con Ben. Lola siempre me decía que Ben me gustaba y yo siempre lo negaba, pero en ese momento le hubiese invitado a tumbarse en el colchón y explicárselo.

Tras varias decenas de veces haciendo chocar la pelvis contra el colchón, noté que la costura empezaba a hacerse molesta; algo ahí abajo se estaba irritando. Así que metí la mano con cuidado por debajo del pantalón. Yo siempre dormía sin braguitas, decían que era mejor y ahora lo entiendo… ¡cuanto menos más práctico! Hice muchas cosas por ahí abajo, al menos muchas más de las que anteriormente había hecho.

Quise comprobar que aquello estuviese bien. Chispeaba un poco y no distinguía bien qué lo había causado. Para aliviarlo, lo único un poco sensato que se me ocurrió, y que tenía a mano, fue mojar mi dedo índice con saliva y encharcar la zona. De inmediato, al menos al tacto, se sentía mucho mejor y fresquito. Dejé que se aliviase, pero tampoco mucho rato... Intermitentemente venía a mi cabeza aquél recuerdo eléctrico que había recorrido mi cuerpo repetidas veces y quería sentirlo de nuevo. Así que pensé que, solo por aquella noche, simularía que mi dedo índice era aquella costura que rozaba…

Al principio no era comparable… Empecé a dar golpecitos cada tres segundos en los labios exteriores. Aquello era atrevido, pero poco más que eso. Me había depilado dos días antes pero me gustaba dejarme aquella hilera de pelitos cual crin de caballo… Lola decía: “Si el monte de Venus era un monte, más bello si tiene algo de vegetación más allá de mi bella flor”. Así que copié su estilo. Al fin y al cabo ella siempre había sabido más de esto y no le iba mal. Ahora me tocaba a mí sentirme bella. Sentirme en todos los sentidos. Por momentos me hubiese gustado que Lola estuviese allí para verme el monte e incluso tocarlo; esa noche me sentía más abierta que nunca, nada mal.

Acaricié el vello mientras mi mente se pervertía. Pero mierda, aquello había perdido humedad, así que dejaría de acariciarme los labios para llevar el dedo hasta los de arriba, introducir la yema en la boca, mojarla en saliva, extraer el dedo y deslizar mi mano deprisa a lo largo del pecho, con cuidado de no derramar ni una gota, hasta volver a llenar el oasis. Introduje el dedo en la vagina y esparcí la saliva en ella. Había algo realmente aliviador en aquello, los movimientos circulares eran semejantes a un masaje. A lo tonto a lo tonto me estaba quedando atontada y repetí la acción tres veces más: dedo a la boca, pasando sobre el pecho, mojar y masajear dibujando círculos. “Ben era un gran dibujante, seguro que hubiera dibujado el trazo mejor que yo”, -pensé-. Entonces no me dio tiempo a pensar por qué estaba pensando en Ben, pero imaginé que se unía a dibujar conmigo sobre mí y que me enseñaba a dibujar un desnudo… Añadí otro dedo (el corazón) al lado del índice simulando que era su pincel y juntos no paraban de hacer círculos… grandes y pequeños, más grandes, y más pequeños, más grandes y más… Uff. Cada uno provocaba sensaciones en mi, se me erizaba el vello, se me tensaban las piernas, los pezones se endurecían… y cada vez todo de forma menos ininterrumpida. Cambiamos de movimiento: de arriba abajo. Hacía ya un rato que no mojaba el dedo en saliva y sin embargo aquello estaba mucho más húmedo que nunca. No tenía ningunas ganas de apartar mi mano de ahí abajo. Benditos dedos… En vertical todo era menos amplio pero más intenso. Podía cerrar un poco las piernas y notar más la forma de los pinceles…. Buff, sin duda el de Ben era un pincel más largo y grueso… Era de agradecer que se hubiese unido a pintar aquella noche… “Ben dale, ¡por el amor de dios!”, -pensé-.  

De arriba a abajo, de arriba abajo, los dedos deslizaban con soltura y no podía parar de repetir ese movimiento una y otra vez, una y otra vez. Más intenso cada vez. Era diestra y metí la mano izquierda por la camiseta del pijama. Acaricié mi barriga por el lateral, lo apreté, aflojé y lo volví a acariciar mientras la derecha aceleraba. Subí la mano por el ombligo hacia los pechos y los cogí con fuerza. Primero el izquierdo, luego el derecho, luego pellizqué un poco el pezón derecho y volví al izquierdo y seguí tocándome. Xoff-xoff-xoff, el sonido ahí abajo era frenético, cada vez más, y mis piernas engarrotadas cada vez se abrían más también. Se me curvaba la espalda y la cabeza se retorcía hacia atrás… y cundo los dedos llegaban al clítoris, los ojos se cerraban con fuerza y la boca hacía una mueca grandiosa que terminaba cogiendo aire y echándolo con fuerza. Cerraba los ojos y seguía dándole con ritmo. Metí un dedo en el agujero y después un segundo. Los introduje poco a poco pero no pude esperar en hacerlos mover. Adentro, afuera sin sacarlo del todo; adentro, afuera, adentro, afuera, adentro. Afuera, adentro, más adentro, y más adentro y más y buaaa, ¡más adentro! Y afuera y adentro y afuera, y arriba y abajo y arriba y abajo y clítoris, y arriba y clítoris y círculos grandes y pequeños y grandes y pequeños y arriba y abajo y clítoris y mueca y ojos en blanco y ojos cerrados y boca prieta y plaaaaf plaaaaf, ¡ahhh! ¡Más! Arriba, abajo, fuerte, fuerte, fuerte, más rápido, más rápido, más, más, más, adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, mueve, mueve, mueve, agarra el pecho, agarra, aprieta, ¡aprieta! Arriba, introduce, introduce, introduce, clítoris a tope, clítoris, clítoris y clítoris y clítoris y… fffffffff… Se me quedó la mente en blanco durante 5 segundos y quedé inmovilizada durante 10.

Hacía mucho calor y mi mano aun estaba sobre el pecho izquierdo, y este aun seguía tieso. Conseguí mover mi brazo derecho y saqué los dedos de debajo del edredón… Aquello olía a sexo, sin duda, y en aquel momento estaba un paso más cerca de volver a comprobarlo. ¡A una zancada más cerca! 5 minutos después le mandé un privado a Lola: “Gracias por recomendarme más acciones y menos lecturas. Acabo de accionar todo mi cuerpo y esta noche alguien va a dormir como una reina.”

viernes, 30 de noviembre de 2012

Da miedo, el miedo.


¿Qué sería de nosotros sin miedo? Probablemente ya habríamos muerto. Pero, por miedo, ¿hace falta matar proposiciones con fin abierto e intenciones anheladas? ¿Abandonar sin haber empezado? ¿Desear sin intentar? ¿Creer sin comprobar?  No vale la pena y todos lo hemos hecho alguna vez.

Sin miedo no habría decisiones difíciles ni actos sentenciosos. Sin miedo no existirían guerras, ni inseguridades, ni avaricia, ni tristeza, ni límites. Viviríamos al máximo por lo máximo. Sin miedo todo sería un riesgo constante y una ausencia de peligro a la vez. No buscaríamos la perfección ni ser valientes porque ya lo seríamos.  No pisaríamos por dinero porque no temeríamos perder y empezar de cero. Actuaríamos por voluntad y no sometidos. Seríamos nuestro mayor ejemplo y referencia y, entre nosotros, diferentes pero respetando las diferencias. Sin miedo a cambios entre relaciones, apuestas, cuestas o en el mundo. Arriesgaríamos asumiendo cualquier tipo de consecuencia lanzándonos a perseguir lo que en ese momento nos llenase. Viviríamos más el momento y no tanto de fantasmas del pasado y falsos pasos en un futuro utópico. La muerte sería una anécdota más y la vida lo sería todo.

Juzgamos por miedo y nos dejamos empequeñecer por pánico. Hacemos y deshacemos y, lo que es más grave, no nos dejamos hacer, por miedo y egoísmo. Por no llegar a sentirnos débiles mientras ya lo estamos siendo. Atacamos nuestros principios y nuestra voluntad, los cuales perdemos cada vez que dejamos de ser auténticos y decidimos vivir a la mitad. Sin miedo, podríamos ser mucho más bellos y felices; tratar y tratarnos mejor. Actuando de corazón tenemos la conciencia mucho más tranquila y en paz; nos sentimos más realizados. Ganaríamos en atrevimiento y perderíamos en mentira. Actuar desde el corazón: apasionante: actuar con pasión.

El miedo nos quita libertad y eso es lo más esplendoroso que tenemos porque sin libertad no podríamos hacer lo que nos hace felices.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Deberíamos prohibirlo


¿Alguna vez os ha pasado que cuando le dices a una persona que le quieres es después de tener que habérselo dicho hace mucho? Pero se encalló y ahora es cuando sale y te apetece, osea, cuando debe ser. ¿Alguna vez os ha pasado que cuando se lo dices es ya dicho con otro significado pero probablemente se malinterpreta y piensas que, para eso, podrías haberlo dicho bastante antes cuando sí que podía interpretarse así? Las deducciones y la poca comunicación, el mismo error de siempre. ¿Alguna vez os ha pasado que instantes después de decirle a alguien que le quieres es justamente cuando le dejas de querer? Da lástima, pero a mí sí.

Me pasó cuando me di cuenta de que la indiferencia era siempre mala pero que después de un “te quiero” era aun peor. No puede haber un silencio tanto verbal como gestual después de algo así. No puede haberlo por completo, de verdad. Creo que alguien que responde con silencio absoluto a cualquier muestra de cariño merece echarlo de menos para saber valorarlo, o bien que merezco saber que ha sido valorado para llegar a comprenderlo.

Hoy no estoy especialmente sentimental, pero si el mundo tiene sentido, creo que tiene que sentir.

martes, 13 de noviembre de 2012

“Cuando pase algo…


lo que tienes que hacer es vivir el momento, centrarte en tu respiración.”

No estoy segura de si ha sido una frase aleatoria ni si la persona que me la ha dicho siquiera ha pensado mucho antes de decirla. Tampoco creo que conozca la importancia que le he dado, pero esa frase ha aliviado el día.

La conversación se había adentrado en un bucle entre misterio y angustia con un sabor agridulce. Y esos sabores, solo en la comida china, porque ya se sabe que lo que empieza con términos medios acaba en términos negativos. Éramos tres y me he vuelto silencio. Por dentro mucho ruido y pocas nueces; no sacaba nada en claro. Solo escuchaba, asentía y hacía alguna mueca que marcaba incertidumbre sin llegar a poner cara de tonta. No suele pasar que me dejen sin palabras a menos que me hablen de amor pero, últimamente, cuando me hablan del futuro también pasa.

Resulta que yo pensaba que era de letras y pocos números, pero ahora parece que de todo soy más que de futuro. No sé pensar en él, solo imagino y hago hipótesis, mil hipótesis. Yo alucinaba con la convicción con la que hablaban hoy los otros dos. Parecían muy seguros de lo que decían, ¿sabes? Pareciéndome a la vez imposible. Está visto que el futuro está en nuestras manos pero que no se sabe en qué momento nos ofrecerá la mano porque no se deja agarrar.  Cada vez que decían algo yo me imaginaba entre un camino a mis espaldas y mis pies al borde de un precipicio. Y ellos, seguros, afirmando que el 21 de diciembre va a pasar algo. Yo ya empezaba a creerlo y a hacer de una hipótesis una verdad. Me imaginaba en algún sitio alto de la ciudad donde poder ver el fantástico espectáculo de fuegos menos artificiales que nunca y esquivando meteoritos dejando mi futuro en manos del destino, para variar, ya que se nos muestra más accesible en estos casos. Osea, imaginaba sobre imaginaciones, con menor seguridad que cuando afirmo que Venus existe.

Pero de repente, se han referido a términos más místicos y han hablado no de un fin, pero sí de un cambio en la humanidad de las personas. Y ahí he visto todo tan complicado y utópico que entonces he optado por apostar por la salida más fácil por la que anteriormente no había apostado nada: un fin. Cambiar la humanidad me ha parecido algo improbable e irreversible ahora mismo y aquel tema estaba empezando a parecerme ya incluso absurdo. Hasta que uno de los chicos ha dicho que para que eso pasase tenía que suceder algo muy gordo. Se ha hecho el silencio y muchas imágenes apelotonadas se nos han pasado por la cabeza en cuestión de segundos.

Entonces ellos se quedaban en la parada del bus y yo tenía que seguir mi camino justo en ese momento. ¿Veinte minutos más andando sola por la calle habiendo oído, como última conclusión sobre el tema, eso? Era angustioso; nada aliviador. Eso sí que era gordo. Me ha entrado frío, pero porque hacía frío, la verdad. He cogido la bufanda, me la he enrollado mejor y cuando estaba a punto de girarme para despedirme de ellos con un muy seguro "Bueno, hasta mañana. Mañana nos vemos."  el otro chico me ha mirado y me ha dicho: “Pero, ¿sabes qué? Cuando pase algo, lo que tienes que hacer es vivir el momento, centrarte en tu respiración." Y entonces, podría haber optado por seguir pensando en meteoritos, catástrofe y fin… pero no, ahí me he visto salvada. He respirado hondo y me he visto salvada. Porque lo único que podía importarme en ese momento era vivir el momento y centrarme en la respiración, y ya lo estaba haciendo así que esa era mi salvación, por lo menos, la de ese instante.

Ha sido así como he sobrevalorado esa frase porque he encontrado calma en ella. Como hago con las personas. Una frase que era lo menos imaginario de los últimos diez minutos y que incitaba a seguir haciendo lo único involuntario que sabemos hacer al final: Respirar e hipótesis sobre el futuro para acabar saboreando solo lo agrio o lo dulce de la continuación, que es lo más futuro que llegamos a pisar. Y cuando pase algo, no va a pasar, porque ya estará pasando. Y yo siempre quiero que pase algo.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Con lo buena que eras de pequeña...

Me da la sensación que desde nuestra infancia se nos educa destinados a ser una nueva pieza de un proceso parecido al de fabricación en serie. La mayor parte de la población está educada para seguir unas pautas sociales que  parece ser que son la única vía directa al éxito en la vida. Si ya no eso, la clave para ser una persona digna, cuerda y de provecho. Pues vamos a dar un rodeo.

Partiendo de la obviedad de que "las pautas sociales" las ha tenido que crear y asumir la propia sociedad, y creyendo firmemente que soy una persona digna y cuerda (no tanto "de provecho" porque la dicha sociedad actual no me lo permite), voy a hablaros del gran lado oscuro de la frase "Con lo buena que eras de pequeña...". Es la típica frase que está preparada para tocar la fibra de personas que creen que, tener una visión más amplia y personal de las pautas con las que nos han educado, no está nada pero que nada bien y que nos asemeja más al diablo. Esa frase que algunas personas se atreven a soltar a la ligera cuando entran en desacuerdo contigo. Sin argumentos y sin pensarla mucho, la utilizan, como otras muchas, en su propia defensa, abusando del poder devastador que puede provocar en la personalidad del otro. Ese otro que tampoco la escucha con atención, solo la oye y se hace chiquito. Alguien que va a ser otra pieza de la sociedad que, a la larga o a la corta, probablemente acabe teniendo algún tipo de frustración anclada.

Haciendo un esfuerzo, puedo llegar a entender a las personas que sueltan perlas como esa por su boca. Otra común es la de "Muchos pajaritos en la cabeza tienes tú, eso es lo que tienes". Creo que hubo un día en el que ellos también quisieron escribir este texto y creérselo, pero alguien les dijo que por salirse un poco de las pautas eran unos rebeldes que acabarían muy mal. Entonces prefirieron seguir las indicaciones de "lo correcto" creyendo que realmente lo era. Ahora, se mueren de miedo porque las personas a las que ellos han educado para seguir su camino y tener un futuro próspero, eligen arriesgar un poco, si se le puede llamar así, decidiendo que tienen otras perspectivas o que sienten de otra manera. Porque... "¿Y si sale mal? ¿Y si no logra llegar a dónde quiere? Me apuntarán con el dedo y dirán que fui yo quién, con mi comportamiento y dándole alas, destiné ese futuro." Y así, una vez más, 'el que dirán' nos come. Creo en la individualidad de las personas. Al fin y al cabo las personas que acusan sobre vidas ajenas lo hacen por aburrimiento o por envidia y le damos una importancia exagerada, hasta el punto de llegar a 'hacer' o 'dejar de hacer' según a ellos les parezca.

Y está quedando precioso esto por escrito, pero quiero dejar constancia de que soy la primera que, en ocasiones, se ha visto afectada por esa constante infinidad de juicios paralelos. Igual que, de las pocas cosas de las que realmente me puedo arrepentir son de esas que no he hecho dominada por la maldita inseguridad que estos provocan a veces. A fin de cuentas, he sido educada sobre ciertas pautas, seguramente parecidas a las vuestras. Pero, sea como sea, yo sí que me estoy creyendo este texto y, planteármelo, ya hace que sea una "persona dudosamente encarrilada y con pajaritos en la cabeza" para muchos. Sin duda, mucho peor que cuando era pequeña, doy mucho más miedo.

La realidad, es que las típicas frases "correctas", a menudo se utilizan de forma incorrecta y  sin tener en cuenta las consecuencias. Un ejemplo de ello es que hayan acabado estando en boca de todos en el día a día, tratándose como se tratan de reprimendas sin fundamentos. No somos peores que de pequeños por pensar de manera diferente a la de otra persona. Sea esa persona más o menos cercana y tenga nuestra misma edad o esté en otra etapa vital, no tiene ningún derecho a pretender hacer de nosotros un clon suyo en cuanto a personalidad. Ni los gustos, ni las percepciones, ni las experiencias vividas van a ser las mismas, y ¿qué somos sino eso?

Entendería que se me intentase encarrilar si tuviese excesivo morro o algún tipo de malicia, pero todo lo contrario. De pequeña la única violencia física y verbal que quería ver era la de Digimon. Era una niña de paz, amor y sonrisa. ¿Ahora? Ahora igual. Pero somos nuestra propia evolución y demasiado a menudo asusta que cada uno, por nosotros mismos, llegue un momento en el que seamos capaces de tomar nuestras propias decisiones. Más que nada porque, inevitablemente, vamos a provocar discrepancias. Intentamos reprimirnos unos a otros por algo que todos deberíamos acabar haciendo: dentro de un marco de convivencia, ser y comportarnos como nosotros deseamos. Creo que eso sucede cuando escuchamos más a nuestro corazón y no tanto a frases envenenadas. Y también creo que, universalmente hablando, eso es más puro y, por tanto, positivo. Si nos centrásemos en ello, la pieza fundamental y que más debería preocuparnos en cuanto a educación tendría que ser el respeto, esa es la clave del éxito en sociedad, lo demás sería pura vida.

No sé si alguien llegará a darme la oportunidad de ejercer como maestra, ni sé si seré madre o si me rodearé de muchos niños a lo largo del resto de mi vida, pero tengo claro que quiero aportar valores para que sean piezas aladas, con opciones y sin reprimendas. Y ya no solo a  niños. Porque al final, lo que a la gente le hace perder la ilusión o lo que hace que se frustre, es no haber sido como ellos decidieron un día que les hubiese gustado ser. Nacimos para vivir y viviendo moriremos. Quizás mejor aprender pegándose un tortazo que desaprender con lo que otras personas crean mejor para ti... Aunque parezca lo más correcto, ya se sabe que no siempre lo correcto es lo mejor. Por suerte, aun quedan frases sabias.




miércoles, 31 de octubre de 2012

Oda al edredón

Me cubres,
te acolchas,
te abro,
me envuelves,
te enrollas,
me enrollas,
te estrujo,
me arropas.

Tengo sueño,
a ti me pego.
Tengo cariño,
en ti me abrigo.
Tengo amor,
bajo tu ardor.
Tengo frío,
a ti me arrimo.

Como un bikini,
y no de playa,
sobre pan recién horneado
te pones dulce... dulce-jamón
y como el queso yo me fundo
ahí a tu lado.

A menos grados
más te agrandas,
A más relleno,
mayor agrado.
A más sueño,
más me quedo.
A más cobijo,
mejor me amago.

Me acurruco,
te arrumaco,
te estrujo al cuerpo,
me cubres y me tapo.
Te acuestas,
me calientas,
y a más me atrapo,
en ti otro rato.

martes, 30 de octubre de 2012

Somos ilusión

Qué fuertes las personas a veces, ¿no? Somos lo más fuerte como podemos llegar a ser lo más débil, o lo más alegre y lo más triste a la vez, en cuestión de segundos... Somos emocionalmente inestables porque no somos más que lo que hemos vivido, con lo que hemos vivido y de la manera vivida, pero estamos expuestos a la incertidumbre, y no hay cosa que nos apasione y nos asuste más a la vez.

Dueños de nuestro pasado y de un futuro incierto, cercano o lejano, en el que cualquier acto puede repercutir de muchas maneras. Porque sí, incluso el día más monótono, poco fortuito o triste esconde un resquicio de ilusión en algún detalle y debemos saber identificarlo, valorarlo y aprovecharlo como si nos fuese la vida en ello porque, en el fondo, nos va.

Podemos encajar que la vida no nos da momentos malos de repente para jodernos y amargarnos, y asumir que la vida es tanto un momento malo como uno bueno a partes iguales. Que es alegría y es tristeza, que es salud y enfermedad, justicia e injusticia, amor y odio, esperanza y frustración o calma y agobio. Pero lo que jamás debemos olvidar es que la vida, sobre todo, es ilusión y una historia contada a través de muchos momentos y pequeños detalles. Eso será lo que nos mantenga despiertos y fuertes.

Nacimos siendo nada y solo podemos ganar, no solo una vida, sino lo que nosotros lleguemos a saber y saborear de ella. Propongo vivir cada día buscando, tanto en lo bueno como en lo malo, aquella rendija que nos pueda alegrar el día, aquella palabra que nos llene y que podamos merecer o aquel sueño que sepamos llegar a crear (hoy) aunque solo sea imaginario (de momento). La vida no para y, ahora, vamos con ella.

domingo, 14 de octubre de 2012

La liga

Y no la de fútbol, sino la de la novia.
Que en una boda te lleves el ramo simboliza otra futura boda. Que te regalen la liga, ¿debe de predecir una cantidad infinita de ocasiones de buen sexo?
No tengo ni la menor idea, pero no me desagrada la idea, tiene un punto picante y sugerente que te hace partícipe del tan importante lado sensual de la mujer en un día envuelto de romanticismo.
Para mí, sin duda, fue el mejor regalo que pudieron hacerme en una boda joven, cercana, divertida y con un punto rockero fascinante.
¡Y que viva los novios, hombre!


viernes, 12 de octubre de 2012

Algo se muere en el alma


Cuando un amigo se va, algo se muere en el alma, cuando se va por circunstancias pero ahí está, algo se muere doble, pero algo vive permanente en dos lugares llamados corazón. Cuando eres tú la que decides exponerte a algo finito, cuando llega ese fin la tristeza te culpa sin querer aun siendo injusto. Pero no es negativo vivir algo por lo que un fin duela, porque eso es que fue algo bueno.

Nada será lo mismo pero hemos ganado respecto a hace un tiempo, nos hemos conocido. Conocer a otras personas es siempre una oportunidad increíble, es conocer un submundo nuevo que nunca deja indiferente y algo aporta a tu persona, aunque sea una ínfima sensación.  Pero hay personas que calan hondo desde bien pronto, personas con las que te sientes realmente a gusto y con las que puedes ser tú sin forzar situaciones ni ocultar desaciertos. Personas con las que conectas… quizás las personas más peligrosas a la vez. Y es que desde el momento en que te sientes en sintonía con alguien, estás perdido, nunca más va a serte indiferente pese a que la gente vaya y venga y venga y vaya sin poder hacer nada.

Sin embargo, es tan gratificante el tiempo durante el que dura la sensación de calor correspondido, que no paramos de lanzarnos y de exponernos a ello, sin pensar ni temer en una posible fecha de caducidad. Hay amistades ocultas en cualquier esquina de cualquier lugar que, por insospechadas que fuesen, son las amistades más grandes y puras de lo que nadie pueda imaginar. Hay amistades por las que nadie apostaría hasta que se descubren o se comparten, amistades que buscan esconderse por evitarse explicaciones, amistades que te rellenan tanto cuando estás lleno como cuando querrías tirarte al vacío. Por lo que dicen y por lo que esconden, hay amistades peculiares como todas y bellas como ninguna.

El amor, en cualquiera de sus formas, es una fuerza superior a casi todo en este mundo. A veces la línea que separa algunos términos es confusa, pero quien no falla en la respuesta son los sentimientos. Y cuando lo aclaran, siempre hay un punto en el que tienes que tomar algún tipo de decisión, sacrificando a veces cosas, exponiéndote a ganar y a perder, incluso personas, incluso a otros tipos de amor. Pero ¿sabéis qué? Yo creo que hay un sentimiento igual de poderoso y más estable que el amor  y es el cariño. Y con eso, con eso no pueden ni las circunstancias, ni los contratiempos, ni las decisiones. Y con eso, de alguna manera, el calor nunca te abandona del todo.

Una vez me dijo una persona que “Nunca estará solo un corazón que ocupa un lugar en otro corazón”. A veces nos complicamos la vida aunque sepamos que va a haber un día en el que vas a chocar y te vas a replantear si tu decisión fue la acertada. Pero la verdad es que lo fue.

domingo, 30 de septiembre de 2012

También la lluvia

Los glaciares se derriten, el nivel del mar sube, Venecia en ascuas y los ríos secos. Pero ayer llovió.
Ayer llovió casi 24h. seguidas y prefiero tener que nadar en mi cuarto piso que ahogarme de contaminación. Prefiero oler a pureza que a putrefacto o mojarme y ver si crezco que dejar secar mi gozo en un pozo.
El cielo gris, mi pelo se electrifica y yo me recargo. La lluvia abundante da vida y la vida se bebe a sorbos.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Eres libre de compartirlo

No todo es bonito pero sí libre. Si eso a veces ya atrapa, imagina cuando, a parte de libre, también es bonito. Nos negamos a dejarlo ir, aun cuando ya se fue.

La realidad es que no somos tan libres si fijamos la vista en los muchos patrones sociales que seguimos y otros que se nos imponen. Pero aun con todo y aun dentro de esos patrones, muchas veces podemos hacer y deshacer nuestra vida como nos apetezca. Para mí se trata de la base fundamental de la convivencia en sociedad: ser conscientes de la libertad individual de cada ser, nos cueste más o menos trabajo compartirlo o entenderlo. Saber compartir y formar parte, pero también dejar hacer, marchar, volver o ir.

Asumiendo eso (siempre excluyendo actos vandálicos, asesinatos, maltratos, acosos o torturas inhumanas), considero que el sentimiento de dolor, de rencor o de rabia por la actuación de alguien, quizás no vaya a irse tan fácilmente como sentimientos involuntarios que son, pero sí que se pueden llevar y curar mejor. Todos hacemos siempre algo que a nosotros nos supone bienestar mientras a otra persona indirectamente le provoca dolor, por ejemplo. O todos alguna vez hemos sentido el típico "No puedo arrepentirme porque en aquel momento estaba a gusto.". Y más allá de ser egoísta, creo que corresponde un poco al instinto humano que anhela encadenar placeres y logros para sentir su vida plena.

Por eso, creo que es importante aprender a convivir con ello, hacer el esfuerzo de saber ponerse en la piel de los demás y considerar que dentro de un rato posiblemente seremos nosotros los que actuaremos por impulsos. Somos muchos y no siempre podremos comprendernos pero sí que estaría bien que supiésemos respetar nuestro principio de libertad, tanto el propio como el ajeno, o nos lo acabaremos cargando también (como todo). La vida/mente sería más hippie, pero también más llevadera y tranquila.

martes, 24 de julio de 2012

Una pataleta solo es una patada en nuestra propia cara


Somos responsables de cualquier tipo de guerra, pero la gran guerra deriva de otras muchas más pequeñas.

La grande y sentenciosa es la más popular y vistosa; las pequeñas, las culpables y, en cualquier caso, el único hipotético punto de inicio y de vuelta a la calma. Si cada individuo es incapaz de controlar su propio caos, muchos caos difícilmente conseguirán el consenso y el respeto que marquen el camino de la paz a gran escala. Si intentamos controlar un gran mundo sin aceptar que tan solo lo haremos en uno minúsculo y a la vez sin darnos cuenta de la responsabilidad que ello supone, estamos perdidos, como de costumbre.

La avaricia rompe el saco, el orgullo es el diablo y es verdaderamente repugnante que, al final, solo las tragedias sean capaces de destapar conciencia y humanidad en demasiadas ocasiones. Tenemos un mundo para nosotros y somos creadores de nuestros propios logros pero también de nuestra propia mierda. Paremos de atentar porque acabaremos inmolándonos.

viernes, 29 de junio de 2012

Vida / Muerte


No hay vida sin muerte, no hay muerte sin vida... palabras antagónicas y una fina línea que las distingue, cuestión de un instante. ¿Hasta dónde es vida? O, ¿es seguro que no hay vida con la muerte? Todo un misterio que nos abruma a veces hasta llegar a temerlo, y es que lo que se nos escapa de las manos, aquello a lo que no encontramos una explicación exacta y convincente o aquello que se nos muestra limitado, nos ahoga. Los humanos somos reticentes ante lo incontable, pero aun más ante lo abstracto. Pretendemos controlarlo todo y a veces perdemos el control de lo más importante, nuestra existencia (al menos de la que somos conscientes).

Asumimos la vida como algo meramente positivo, igual que no llamamos “regalo” a lo dañino. Pensamos de la vida que debería ser feliz en ella misma y cuando se nos presenta alguna adversidad en forma de problema, enfermedad o derrota nos preguntamos “¿Por qué a mí?”, como si cualquier detalle negativo llegase de un mundo ajeno al nuestro con la única pretensión de jodernos la extraordinaria vida. Y así es, nos jode y el paraíso, en un abrir y cerrar de ojos, se convierte tan solo en un nombre que nosotros dimos a la perfección que, aun a sabiendas de que no existía o que era absolutamente relativa, nos pasamos nuestra existencia buscando. La felicidad en sociedad está en lo imperfecto y no es una adquisición perpetua sino un momento concreto o una sucesión de estos. Quizás, como suele decirse, tampoco habría momento feliz sin otro infeliz que nos ayudase a diferenciarlos, a percibirlos y de nuevo ir a buscarlos. Igual que no hay vida sin muerte por final y no estaremos tranquilos mientras sigamos avanzando hacia ella sin asumirla sin más.

Sin llegar a ser totalmente conformistas, hay que asumir lo bueno y malo como pasajes de la vida. Hay que saber ganar y también perder, y algún día perderemos la batalla todos pero ahora toca ir ganando.

martes, 19 de junio de 2012

Máximo B. (5’9 ≈ 6)

http://www.youtube.com/watch?v=1lyu1KKwC74

Los grandes nunca mueren y para muchos serás legendario, no lo dudes.

En tantos momentos supiste reírte de ti mismo haciéndonos reír a nosotros que no puedo evitar sentir rabia, tristeza y mucha rabia. Nadie merece pasar por según qué cosas y tú saliste adelante en varias ocasiones. Se me hace demasiado raro que ya no estés, enserio, creo que justo estoy empezando a asimilarlo y a descargar y que necesito decirte cosas, demasiadas cosas aunque sea por aquí y al final solo vayan a ser unas cuantas y desordenadas, pero es como un abrazo infinito por escrito.

Voy a mandar a la mierda los últimos tiempos como si fuera tan fácil, enserio, nunca debimos llegar a según qué situaciones y creo que sobre eso deberíamos aprender. De la misma forma que este es uno de esos escritos que nunca querría necesitar escribir. Buscar explicaciones, arrepentimientos y hacer hipótesis ahora es inútil, y tú solo comprenderás del todo qué ha llevado a este final. Nosotros, los que te quisimos por lo que fuiste, te seguiremos queriendo por lo que significaste. A veces decías “Dejadme, estoy loco”, y ¿quién no lo está? Y ¿qué loco no tiene un lado de genialidad indiscutible? Tú fuiste lo que fueses, pero muchas veces genial.

Cuando te conocí en la primera masía, a las pocas horas ya estabas subido encima de una mesa haciendo de las tuyas, ¡hay vídeos! Cada una de las veces que salíamos, charlar contigo era esencial. Me hablabas de temas dispares y eras claro, directo y un guaperas muy terco, eso sí. Solo contigo podía reírme ante un “Hi Hitler”; me decías que tu hijo iba a llamarse Máximo Balsalobre porque era nombre de grande, y yo me partía. Se fue contigo el tatoo, ese que tanto burché al principio y que luego llegó a resultarme entrañable cuando me contaste su significado. Y me acuerdo de las veces que nos invitaste a churros en la churre de tus padres. Fuiste muy afortunado por tener una familia así, tengo que recordártelo porque me consta que te adoraban e intentaban ayudarte con toda su alma y hoy me duele horrores pensar en eso.

Recuerdo que en la segunda masía, aparte de ser un marrano que casi se mea encima de mí, un día nos pusimos a jugar a ping-pong y confiaste en mí para contarme lo que te pasaba, lo que veías, oías y sentías y cómo te sentías con ello. Empecé a preocuparme y valoré mucho aquel rato, seguiste siendo, aun más si cabe, uno de mis ojitos derechos e intenté ayudarte cuanto pude como tantos otros seguramente. Muchas veces era fácil hablar contigo de tus problemas y manías, hacías que fuese natural y yo intentaba que se hiciese divertido intentándole sacar ventajas o cierto humor, y seguías el rollo. Lo sufrías pero también lo sabías reír, por eso quizás cuesta hacerse a la idea de que esto haya pasado. Seguías el rollo como aquella vez que dejaste que te pintásemos dibujos por la espalda con boli, ¿recuerdas? Qué risa. O cuando dejabas que te pintásemos de rojo los labios. O cuando íbamos a ver partidos del Barça o gritábamos cualquier chorrada por cualquier lugar o jugábamos todos juntos en las BBQs y tú eras el capi del equipo chungo. Míticas ya las canciones que tanto me hacían reír del coche de tu padre, las veces que venías a buscarnos a la estación, el día que me viste una teta o el día que nos enseñaste el culo en la piscina de la masía haciendo el tiburón o cuando decías con acento marroquí “tú querer comer huevo” y cosas por el estilo.

Luego toda esa mierda que hoy no quiero recordar. Realmente es duro y muy difícil hacerse a la idea de que nunca ya voy a poder reír contigo, captar imágenes en las que salgas tú o vivir más momentos, más o menos difíciles, pero vivirlos contigo. Te diría muchas cosas cargadas de rabia ahora mismo, pero sinceramente creo que no las mereces, que ya tuviste suficiente y no voy a juzgarte porque seguro que en tu interior luchaste lo que pudiste aunque nunca hubiese estado de más pedirte un poco más.

Estoy contenta porque sé que, pese a todo lo malo, llegaste a ser feliz y a disfrutar en muchos otros momentos. También lo estoy por haber compartido contigo parte de mi vida, por haberte hecho saber que eras una persona importante para mí y por haber intentado ayudarte aunque al final no fuese suficiente. Siento no haber sabido conseguir más por la parte que me toca, pero me alegro por todo lo que tú solo, y tú con los que te queríamos, sí llegaste a conseguir.

El sábado te vi por última vez y el sabor que me queda de esta última etapa, ya sabes, es amargo. Pero Víctor, me quedo con ese último guiño de ojo que me hiciste esa última noche, porque no sé qué significaría en ese momento, pero para mí podría ser un buen resumen de todo lo vivido, todo lo vivido que más voy a recordar: diversión, complicidad, amistad y cariño, mucho cariño. Si hay algo de ti que se queda aquí, por favor, que nos dé fuerza a los que sentíamos eso porque te echaremos mucho de menos. Este es mi pequeño homenaje para ti. Descansa, guapo.

"El genio nunca desea aquello que no existe."

martes, 5 de junio de 2012

Echo de menos el amor bidireccional


"Suelo apostar de verdad para pisar en falso." Vale, la cosa es quejarse, o simplemente no sentirse cómodo con una situación igual de estancada durante demasiado tiempo. Aburre y desgasta. Ya se sabe, “demasiado” siempre es demasiado. Quién sabe, quizás es algo temporal y me pilla en una etapa ñoña, o quizás si estuviese en la situación opuesta y tuviese pareja estaría echando de menos la situación actual. Si eso pasa alguna vez, que nadie dude en, por lo menos, comentármelo, porque entonces debería replantearme el tal amor. Bueno, la cosa es que hoy lo echo de menos.

Creo que el amor es la sensación más humana. Entra con gusto por todos los sentidos, agujeros y poros del cuerpo, provoca placer y explota nuestro lado más puro. Si no, creo yo que no es amor, que es otra cosa. Otra cosa que aporta muchas cosas positivas, sin duda, pero varias negativas también (y yo de eso sé un rato, así que creedme). ¿Dónde ha quedado el amor? O si ya no el amor, el romanticismo. Yo, sinceramente, creo que me estoy perdiendo en infinidad de opciones alternativas que “hemos inventado” alrededor del amor con tal de no comprometernos o sentirnos atados (respetable). No sé cómo lo haré y a la vez supongo que no puedo hacer nada, pero creo que merezco amor, mucho amor, y creo que tengo amor por dar, mucho amor, y no pienso permitir sentirme atada, pero sí dar la oportunidad, si llega, de enredarme entre romanticismo y ver si me sorprende más de lo poco sorprendida que estoy últimamente.

Y, ¿por qué bidireccional? Porque estoy harta de dar mucho y recibir poco, y el amor unidireccional es una pm porque directamente no es amor, es un chocar contra la pared repetidamente y un juego en el que nunca gana casi nada nadie y se pierde bastante, es una lástima en sí, así que acabo detestándolo bastante. He llegado a experimentar el amor y la experiencia produce una tontería genial en el ambiente la mayor parte del tiempo. Así que después de algunos años y de varios de los últimos meses apática a las relaciones en general, me siento abierta de piernas y pecho al romanticismo, por basto y pasteloso que suene a la vez. No pienso estancarme, ni buscarlo, ni desesperarme, tampoco estoy mal, pero ahí queda dicho. Mientras tanto, a disfrutar de otras formas.

domingo, 27 de mayo de 2012

Qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto.


Hoy es un día mierda. Uno de esos días pastelón pastelón en los que desperdicias unas cuantas horas de tu vida pero bien. Vamos, eso que me pone de tan mala leche hacer. Digamos que es un bucle: Te aburres y no estás inspirada, no haces nada, te enfadas, estás enfadada y te rallas porque no quieres estarlo, y de estar rallada te enfadas más, y estar enfadada convencida, ya se sabe, potencia el enfado. Entonces no haces nada, te miras al espejo y te dices con la mirada “Oh, no pasa nada querida, es solo un día, ¡pero en general tú eres activa y feliz!” En general, en general, en general… ¡qué palabra tan abstracta! ¿Qué es mi general? ¿Cuánto abarca? ¿A qué viene este vocabulario tan impreciso típico de terapias de autoayuda? Cómo me cabrea. Hoy, ¡joder! Y mientras el espejo rebota palabras optimistas, tu conciencia dice lo contrario y a eso le suma adjetivos como: “absurda, perdida, perdedora, aburrida, sola” sola sola sola, solitaria, soledad, invisible... ¡Horror! ¡Huye de tu habitación!

Y entonces vas a la cocina a comer algo. Pero mierda, resulta que hace algunos días se te ocurrió la genial idea de empezar, de nuevo, a cuidar tu cuerpo serrano, ese que esta tarde solo va a restregarse por el pantalón de pijama y la camiseta con propaganda de un bar que llevas puesta. Vaya merchandising de provecho hacen conmigo, oh séh. Te quedas en el comedor entonces, no llegas a pisar la cocina, y mientras bebes mucho agua miras por el balcón que, un día como hoy, los árboles ya están verdes y hay gente ahí fuera relacionándose entre sí. Con un poco de suerte, amor o ganas, algunos de ellos esta noche incluso mojan. Bien, depresión, ¿entiendes? Estoy empezando a detestar hasta mi música preferida de Spotify y a descubrir grupos que todavía no existen.

Porque los días en los que tú decides no hacer nada con tu vida, ya sea porque estás cansada, perezosa o eres una aburrida voluntaria, no están mal de todo, al fin y al cabo tú decides que así sea, pero los días como hoy son una maldita tortura que mandarías a tomar viento y al viento a soplar piiiiii. Y más aun cuando, por el extremo aburrimiento y un poco de autocompasión, empiezan a pasársete por la cabeza imágenes de: Tus amigos emparejados con sus respectivas parejas jugando a médicos o compartiendo un melón. Toda persona que vive a 10 minutos del Passeig Marítim y se lo recorren de arriba abajo y de vuelta de abajo a arriba. Todo aquel que tiene bicicleta propia con la que salir ya de casa y llegar en menos de tres cuartos de hora allá donde te apetece. O alguna tribu africana que está buscando juncos a la orilla del río para hacerse una falda. ¿Por qué tuviste que acabar Sexo en Nueva York hace cosa de un mes? Igual es verdad que no estaría tan mal tener un perro en estos momentos. O un bote de Farmatint con el que poder experimentar y luego arrepentirte. O… ¿una guillotina? No, enserio, para. Hacer afirmaciones de ese tipo merece más de 5 segundos para pensar.

Bueno, tras arrojar mierda sobre el maldito día de hoy, parece que ya he encontrado entretenimiento, arrojarla sobre papel digital. Con un poco de suerte habrá llevado un buen rato. ¿Pero qué rato ni qué niño muerto? La verdad es que no tengo ganas de que se acabe el día. Ningunas ganas. Sé de sobras que en las próximas horas, cuando ya sea demasiado tarde para aprovechar el día, se me ocurrirá una idea brillante. Andá y vete a cagar. La verdad es que tienes cosas (aburridas) que hacer. Eres una maldita vaga quejica. Intenta invertir lo que te queda de día en intentar no perder la noche, porque parece que sí, que todo puede ser peor. Voy a beber más agua, y a darme una ducha, así si me ahogo no será entre penes… ai, digo, entre ¡penas!

sábado, 12 de mayo de 2012

Las mujeres de la casa…


hacen mucho más que convivir o discutir.
Ayer por la noche salí con mi madre. Ayer por la noche salí con mi madre y fue una noche muy divertida. Ayer por la noche me lo pasé genial. Ayer por la noche salí con mi madre y al final de todo menos billar. Ayer por la noche salí con mi madre y va a haber próxima.
Hoy toca noche de amigos.

jueves, 10 de mayo de 2012

Un secreto...


Dicen que todo el mundo tiene algún secreto. En mi opinión, si no lo tienes, haz ver que sí.

El otro día, en una terraza cercana a Sagrada Familia, tres amigos hablábamos sobre regalos. Uno de ellos decía sentirse mal cuando alguien le hacía un regalo. No le gustaba porque sentía que ese regalo estaba hecho con una intención oculta como trasfondo: crear vínculos más fuertes entre el que regalaba y el que lo recibía. Como si de un plan perverso se tratase, su inconsciente sentía rechazo hacia cualquier tipo de regalo porque, a partir de ese momento, se sentía presionado a devolver el aprecio y tiempo dedicado a pensar en él que la otra persona le demostraba a través de ese detalle.

Las otras dos personas le discutimos la idea que tenía. De hecho, confieso que la idea, en parte, me ofendió. Bajo mi punto de vista, cuando regalas algo a alguien no exiges ningún compromiso mayor al que antes tenías con esa persona. Ni más atención ni mucho menos que te lo devuelvan a modo de otro regalo, sino que ese regalo se hace, de hecho, por lo que te unía a esa persona hasta el momento tal y como te unía. Un regalo en el presente como obsequio de un pasado. Un bienestar presente y pasado sin tener que pretender reafirmarlo para que se prolongue en un futuro.

Generalizando, a todos nos gusta, en mayor o menor medida, recibir muestras de cariño, y más si provienen de las personas por las que nosotros sentimos cariño, pero si el sentir cariño por alguien no es tan siquiera una elección personal, mucho menos puede ser una exigencia hacia otro, sería absurdo. De esa manera, creo que es algo opcional y que un regalo puede agobiarte momentáneamente con pensamientos como: “Jolín, qué detalle, yo nunca he pensado en regalarle nada.”, “Jolín, qué detalle, a mi me gustaría regalarle algo pero nunca se me ocurre qué…”, etc, pero no rallarte hasta el extremo de convertir ese cariño o ese, simplemente, haberte apetecido, en una tortura o una estrategia. No, un regalo ¡no tiene por qué tener gato encerrado!

Entonces pensé que, si un regalo le generaba angustia y sentía que pretendía atarle en cierto sentido a otra persona… Que le contasen un secreto, ¿le generaría la misma angustia o incluso más? ¿Sería un secreto un regalo? Pues bien, no, no le generaba angustia porque le generaba morbo. Y ahí se derrumbó un poco la teoría. En principio, que alguien te cuente un secreto ya no es que pretenda unir más, sino que, en primer lugar, inevitablemente crea unos vínculos de confianza que te hacen partícipe de algo más íntimo que un “simple” regalo. Pero “para gustos los regalos” y él prefería el regalo morboso.

Creo pues que: La angustia que puede llegarnos a generar un regalo se debe más a prejuicios y paranoias nuestras. Que somos tontos porque detrás de un detalle hay un sentimiento bonito en todo caso, sea en forma de regalo-abrazo o de regalo empaquetado, por poner algún ejemplo. Y que somos unos morbosos (y quizás por eso mismo hayas accedido a leer todo esto).

martes, 8 de mayo de 2012

El mundo en llamas


Ayer fui a ver una película buena pero llena de mierda. No diré el nombre pero narraba la típica historia de conflictos entre dos países, mejor dicho, la típica historia en la que se matan entre pueblos/civiles por el conflicto entre un par de gobiernos descerebrados. Mejor dicho aun y ojalá no, la típica realidad. Destructivo, loco, ambicioso, pero sobre todo injusto.

En una de las escenas, uno de los personajes habla con uno de los periodistas corresponsales que están siguiendo el conflicto. Le pregunta qué cree que va a hacer la gente de los países a los que llegue la información cuando vea las imágenes de lo que está ocurriendo unos kilómetros más allá de donde viven. Este le contesta que levantar la cabeza de la mesa, mirar la tele, escuchar, ver con espanto y seguir cenando. Es cruel pero es así. ¿Estamos tan acostumbrados a recibir noticias trágicas e injustas que se nos hacen demasiado trágicas e impotentes?

Por una parte, ¿quién y cómo se puede calmar algo que casi nadie entiende y conoce cómo se pudo encender? Somos muchos, pero no podemos permitirnos el lujo de pensar que somos demasiados porque probablemente tú no querrías ser el que sobrase. Aspecto y raza son condiciones innatas, pero de tus actos eres esclavo y de tu actitud parte tu sentencia. Tu sentencia, porque permitirse el lujo de sentenciar a los demás es un abuso imperdonable. Lo alarmante es que una única persona puede encender un fuego pero no crear un enorme incendio hasta que este no se propague. Es tan culpable entonces el fuego como lo que provoca que se propague, y a mayor magnitud y puntos incendiarios mayor es la dificultad de apagarlo por un único individuo. De ahí parte la impotencia, la injusta “aceptación", la resignación, la derrota anticipada y el mundo en llamas.

Por otra parte, el gobierno es una representación que asegura querer lo mejor y hacer lo mejor para su nación. Considero que tanto ellos como cada uno de nosotros a nivel personal debemos tener presente y no olvidar que lo que significa “lo mejor” para uno mismo puede no significar “lo mejor” para otro individuo. ¿Quién no ha mostrado mayor autoridad sobre un grupo de personas alguna vez aun sabiendo que se movía entre iguales? Abusar del poder es una actitud que, a veces, puede ayudar a resolver algunas situaciones pero, en cualquier caso, debemos tener claro que es un juego muy arriesgado que, o contextualizas bien, o puede acabar en catástrofe (entre naciones, entre razas, entre amistades, entre familiares, o entre todos.)

Quien hoy lleva la batuta mañana la puede perder, así que siempre será mejor si la llevamos todos un poco por igual. Y quien hoy prende fuego, mañana puede arder. Lo malo es que habrá ardido demasiada injusticia antes de que se haga justicia. Y nada será justo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Profiterole bloggea

Welcome to Profiterole's blog!

(¡Calla! ¿Otro? ¿Tu no eras la eterna Fotologera?)
Tras el incomprensible veto en mi blog personal hasta el momento (¡cabrxnes!), llevaba un tiempo pensando la posibilidad (y las ganas) de crear esta otra cuenta, que a fin de cuentas será una continuación de los que he tenido hasta ahora, en cuanto al punto de vista en la escritura al menos.

Voy a empezar haciendo referencia a la cita que, repitiéndose en mi cabeza una y otra vez, ha decidido que lo crease: "¿Y por qué no? ¡No tienes nada que perder!". Simple, tópica, pero efectiva, es la frase que me lleva a hacer probablemente la mayoría de cosas importantes que hago. (Oh, séh! Estoy insinuando que este blog va a ser de una importancia extrema, ¡cómo no!)


Dicho lo dicho, ¡creado queda! A ver ahora lo que se me ocurre...

xx
Profiterole