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domingo, 30 de septiembre de 2012

También la lluvia

Los glaciares se derriten, el nivel del mar sube, Venecia en ascuas y los ríos secos. Pero ayer llovió.
Ayer llovió casi 24h. seguidas y prefiero tener que nadar en mi cuarto piso que ahogarme de contaminación. Prefiero oler a pureza que a putrefacto o mojarme y ver si crezco que dejar secar mi gozo en un pozo.
El cielo gris, mi pelo se electrifica y yo me recargo. La lluvia abundante da vida y la vida se bebe a sorbos.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Eres libre de compartirlo

No todo es bonito pero sí libre. Si eso a veces ya atrapa, imagina cuando, a parte de libre, también es bonito. Nos negamos a dejarlo ir, aun cuando ya se fue.

La realidad es que no somos tan libres si fijamos la vista en los muchos patrones sociales que seguimos y otros que se nos imponen. Pero aun con todo y aun dentro de esos patrones, muchas veces podemos hacer y deshacer nuestra vida como nos apetezca. Para mí se trata de la base fundamental de la convivencia en sociedad: ser conscientes de la libertad individual de cada ser, nos cueste más o menos trabajo compartirlo o entenderlo. Saber compartir y formar parte, pero también dejar hacer, marchar, volver o ir.

Asumiendo eso (siempre excluyendo actos vandálicos, asesinatos, maltratos, acosos o torturas inhumanas), considero que el sentimiento de dolor, de rencor o de rabia por la actuación de alguien, quizás no vaya a irse tan fácilmente como sentimientos involuntarios que son, pero sí que se pueden llevar y curar mejor. Todos hacemos siempre algo que a nosotros nos supone bienestar mientras a otra persona indirectamente le provoca dolor, por ejemplo. O todos alguna vez hemos sentido el típico "No puedo arrepentirme porque en aquel momento estaba a gusto.". Y más allá de ser egoísta, creo que corresponde un poco al instinto humano que anhela encadenar placeres y logros para sentir su vida plena.

Por eso, creo que es importante aprender a convivir con ello, hacer el esfuerzo de saber ponerse en la piel de los demás y considerar que dentro de un rato posiblemente seremos nosotros los que actuaremos por impulsos. Somos muchos y no siempre podremos comprendernos pero sí que estaría bien que supiésemos respetar nuestro principio de libertad, tanto el propio como el ajeno, o nos lo acabaremos cargando también (como todo). La vida/mente sería más hippie, pero también más llevadera y tranquila.