http://www.youtube.com/watch?v=1lyu1KKwC74
Los
grandes nunca mueren y para muchos serás legendario, no lo dudes.
En
tantos momentos supiste reírte de ti mismo haciéndonos reír a nosotros que no
puedo evitar sentir rabia, tristeza y mucha rabia. Nadie merece pasar por según
qué cosas y tú saliste adelante en varias ocasiones. Se me hace demasiado raro
que ya no estés, enserio, creo que justo estoy empezando a asimilarlo y a
descargar y que necesito decirte cosas, demasiadas cosas aunque sea por aquí y al
final solo vayan a ser unas cuantas y desordenadas, pero es como un abrazo infinito por
escrito.
Voy a
mandar a la mierda los últimos tiempos como si fuera tan fácil, enserio, nunca
debimos llegar a según qué situaciones y creo que sobre eso deberíamos aprender.
De la misma forma que este es uno de esos escritos que nunca querría necesitar escribir.
Buscar explicaciones, arrepentimientos y hacer hipótesis ahora es inútil, y tú
solo comprenderás del todo qué ha llevado a este final. Nosotros, los que te
quisimos por lo que fuiste, te seguiremos queriendo por lo que significaste. A
veces decías “Dejadme, estoy loco”, y ¿quién no lo está? Y ¿qué loco no tiene
un lado de genialidad indiscutible? Tú fuiste lo que fueses, pero muchas veces
genial.
Cuando
te conocí en la primera masía, a las pocas horas ya estabas subido encima de
una mesa haciendo de las tuyas, ¡hay vídeos! Cada una de las veces que
salíamos, charlar contigo era esencial. Me hablabas de temas dispares y eras
claro, directo y un guaperas muy terco, eso sí. Solo contigo podía reírme ante
un “Hi Hitler”; me decías que tu hijo iba a llamarse Máximo Balsalobre porque
era nombre de grande, y yo me partía. Se fue contigo el tatoo, ese que tanto burché
al principio y que luego llegó a resultarme entrañable cuando me contaste su
significado. Y me acuerdo de las veces que nos invitaste a churros en la churre
de tus padres. Fuiste muy afortunado por tener una familia así, tengo que
recordártelo porque me consta que te adoraban e intentaban ayudarte con toda su
alma y hoy me duele horrores pensar en eso.
Recuerdo
que en la segunda masía, aparte de ser un marrano que casi se mea encima de mí,
un día nos pusimos a jugar a ping-pong y confiaste en mí para contarme lo que
te pasaba, lo que veías, oías y sentías y cómo te sentías con ello. Empecé a
preocuparme y valoré mucho aquel rato, seguiste siendo, aun más si cabe, uno de
mis ojitos derechos e intenté ayudarte cuanto pude como tantos otros
seguramente. Muchas veces era fácil hablar contigo de tus problemas y manías,
hacías que fuese natural y yo intentaba que se hiciese divertido intentándole
sacar ventajas o cierto humor, y seguías el rollo. Lo sufrías pero también lo
sabías reír, por eso quizás cuesta hacerse a la idea de que esto haya pasado. Seguías
el rollo como aquella vez que dejaste que te pintásemos dibujos por la espalda
con boli, ¿recuerdas? Qué risa. O cuando dejabas que te pintásemos de rojo los
labios. O cuando íbamos a ver partidos del Barça o gritábamos cualquier
chorrada por cualquier lugar o jugábamos todos juntos en las BBQs y tú eras el
capi del equipo chungo. Míticas ya las canciones que tanto me hacían reír del
coche de tu padre, las veces que venías a buscarnos a la estación, el día que
me viste una teta o el día que nos enseñaste el culo en la piscina de la masía
haciendo el tiburón o cuando decías con acento marroquí “tú querer comer huevo”
y cosas por el estilo.
Luego
toda esa mierda que hoy no quiero recordar. Realmente es duro y muy difícil
hacerse a la idea de que nunca ya voy a poder reír contigo, captar imágenes en
las que salgas tú o vivir más momentos, más o menos difíciles, pero vivirlos
contigo. Te diría muchas cosas cargadas de rabia ahora mismo, pero sinceramente
creo que no las mereces, que ya tuviste suficiente y no voy a juzgarte porque
seguro que en tu interior luchaste lo que pudiste aunque nunca hubiese estado
de más pedirte un poco más.
Estoy
contenta porque sé que, pese a todo lo malo, llegaste a ser feliz y a disfrutar
en muchos otros momentos. También lo estoy por haber compartido contigo parte
de mi vida, por haberte hecho saber que eras una persona importante para mí y
por haber intentado ayudarte aunque al final no fuese suficiente. Siento no
haber sabido conseguir más por la parte que me toca, pero me alegro por todo lo
que tú solo, y tú con los que te queríamos, sí llegaste a conseguir.
El
sábado te vi por última vez y el sabor que me queda de esta última etapa, ya
sabes, es amargo. Pero Víctor, me quedo con ese último guiño de ojo que me hiciste
esa última noche, porque no sé qué significaría en ese momento, pero para mí
podría ser un buen resumen de todo lo vivido, todo lo vivido que más voy a
recordar: diversión, complicidad, amistad y cariño, mucho cariño. Si hay algo
de ti que se queda aquí, por favor, que nos dé fuerza a los que sentíamos eso
porque te echaremos mucho de menos. Este es mi pequeño homenaje para ti. Descansa, guapo.
"El genio nunca desea aquello que no existe."