Lo que más me
gusta de una persona que ha encontrado en su interior lo que no quiere (más que
lo que quiere), qué rumbo desea o qué no está dispuesta a permitir, es la pérdida
de temores. Eso no solo la hace más confortable consigo misma, sino más capaz
de conseguir satisfacciones a nivel personal. Otro de los factores destacables
de alguien que ha dedicado el tiempo necesario a sí mismo, a su identidad y a
su camino, es la poca incomodidad que siente ante la soledad. Que, por mucho que
no sea su mejor compañera de viaje, pueda encontrar en ella un lado agradable,
ya bien sea porque haya tenido que acomodarse a ella en varias ocasiones o
porque estar con uno mismo pueda ser temporalmente acogedor o incluso algo necesario.
Una persona con
esas características, no solo considero que es alguien más libre, liberado de lastres e
independiente, sino que está más preparada que nadie para compartir con otras
personas, o con otro alguien, todos esos valores y aprendizajes, de forma sana. Es
probablemente más capaz de hacer sentir a gusto a alguien desde una posición más
cálida, en la que es uno mismo quien se siente a gusto en primer lugar. Además,
una vez nos dedicamos tiempo suficiente para descubrir ciertos nudos internos, es habitual que perdamos egocentrismo y que ofrezcamos una versión más
generosa a nuestros intereses, ya bien tengan estos forma de persona, de aficiones o
de tiempo de relax. Llegar a ese
punto, seguramente significa constar de experiencias buenas y malas, de esas
para recordar y de algunas para olvidar, pero experiencias varias y choques a
las espaldas. Cuando pasamos de quejarnos a reírnos de ello o de la frustración
a la reflexión, algo empieza a activarse y a profundizar en el interior. Aunque
parezca un coñazo es, sin duda, lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos.
Hay gente que huye de la estabilidad, pero cierta estabilidad mental nos ayuda
a ser más fieles a la obtención de lo que deseamos obtener.
Del mismo modo, a
la hora de relacionarnos con otras personas (ya no solo con nosotros mismos) o
de encontrar a alguien con quien ir compartiendo ese y más logros de ahí en
adelante, se tienen las cosas más claras, algo que resulta aliviador. Ya no
tiembla tanto la voz ni se camuflan los pensamientos, ni siquiera las emociones. Somos
más justos con nosotros mismos, entendiendo que justo lo que merecemos es poder
expresar preocupaciones o sentimientos sin miedo a ganar o a perder. Es más, más vale
una pérdida a tiempo que una pérdida de tiempo. Y, con todo ello,
cabe destacar que, tener las ideas claras no tiene por qué significar tener más
filtros, sino tener unos filtros más fuertes que no permitan que se cuele
morralla de esa que nunca quisimos y que, sin embargo, quizás alguna vez
aceptamos. Se coge o se deja ir sin titubear tanto, porque no hace falta
demasiado tiempo para deducir si una experiencia va a sernos más positiva o un quebradero de cabeza innecesario. Y es que siempre fuimos esa persona que algún
día llegamos a ser, solo que por el camino pasamos por algunas etapas de confusión y de
dispersión, entre el error y el acierto, para aprender a escoger.
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